Arturo es el anciano-joven que pronto cumplirá 85 años, del que ya les he hablado. Ese señor mayor que sigue su día a día con una mente muy despierta y un pozo de experiencias a sus espaldas. Como ya he contado ha viajado por medio mundo y en su etapa de trabajador, lo hizo en un banco, por lo que disfruta contando anécdotas de esa época.
Arturo nos contó que este episodio ocurrió en tiempos de las pesetas, cuando no había cámaras ni móviles.
Una señora muy muy rica de la ciudad había avalado a un hijo para poner un negocio que no fue bien. El hijo se fue a Perú para evitar el pago y como él no daba señales de vida, el banco decidió ir a por su madre, que era su fiadora, para pagar el préstamo.
El banco puso en marcha un juicio. La señora ante el juez, seguramente asesorada por sus abogados, negaba que ella fuera el aval de su hijo y señalaba que no había firmado nada. En ese momento le presentaron el documento del préstamo donde figuraba su firma. En un abrir y cerrar de ojos ante la sorpresa del juez y los presentes atónitos, cogió rápidamente el documento lo estrujó en su mano y se lo tragó. ¡Ya no existía tal documento!.
El banco donde Arturo trabajaba para que jamás sucediera de nuevo algo semejante tomó una decisión. Fotocopiar todo documento y jamás presentar ante un acusado o acusada un documento auténtico. ¡Hoy sería difícil que ocurriera algo así!
Por una vez, perdió el banco: "Las previsiones éticas deben ir delante de los adelantos tecnológicos” de Abel Pérez Rojas.
Esta anécdota la he oído más de una vez, aquí hubo uno que se comió unos pagarés.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, Alfred, las tretas se ve que son variadas.
EliminarSaludos.
Una señora con unas tragaderas enormes jaja. Pero todo es posible en este mundo. Abrazos
ResponderEliminarEster, se ve que estaba bien asesorada. Un beso.
EliminarJajaja, muy bueno. Ojalá y todas las deudas con los bancos se solucionaran así. Un abrazo
ResponderEliminarSí, Rita, pocas veces pierde el banco. Abrazos.
EliminarPero lo que no contó Arturo es que al día
ResponderEliminarsiguiente la señora murió por intoxicación severa.
(Es pura imaginación, no tengo antecedentes).
Saludos australes.
Ja, ja, Esteban, eso no se lo pregunté.
EliminarSaludos boreales.
Cómica extrema resolución del problema.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo, Sara, que la idea sería de los abogados y seguro que la estuvo ensayando en casa antes del juicio. Un beso.
Eliminarjajaja si alguna vez me veo en una situación así, ya se lo que debo hacer. :) besos.
ResponderEliminarOjo, Laura, que ahora hay cámaras por todos lados. Si lo haces, vete bien disfrazada je, je. Abrazos.
EliminarGenial jajaja, la señora es de lo más rápida.
ResponderEliminarBesos
Sí, conxita, supongo que los dejaría a todos con la boca abierta. Un beso.
EliminarAlgunas personas son capaces de llevarse cualquier cosa a la boca.
ResponderEliminarSaludos.
Así esTomás, pero si pierdes mucho y te lo aconsejan, todos lo haríamos.
EliminarUn saludo.
Curioso final de la historia, muy lista la mujer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Supongo que serán tretas de los abogados Helio, ellos tienen salidas impensables.
EliminarSaludos.
Casos se ven en la vida, como el que traes en esta anécdota. Un abrazo
ResponderEliminarSí, Carlos, ya pocas cosas nos sorprenden. Un saludo.
EliminarPor lo visto, las ocurrencias para evadir a la justicia son una herencia genética en esa familia 😊
ResponderEliminarAbrazos!
Je,je, Corina, eso parece. Un beso.
EliminarJajajajajaja, vaya con la señora, pero la entiendo, hay veces que la injusticia no es soportable...espero que pudiera digerir bien al papel, qué desesperada tendría que haber estado. Saludos.
ResponderEliminarSí, sí, Maru, seguro que tenía buenas agallas. Afectuoso saludo.
EliminarJajajaja, seguro que el banco no notó la pérdida.
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