El sueño de Lolo, (de Manuel, Manolo y de ahí Lolo) era ir a América. Su abuelo había estado en Bolivia y le había hablado mucho de aquel país, pero su trabajo no le permitía salir de pobre.
A los 15 años se quedó huérfano y vivió con unos tíos. Desde ese día por la mañana cogía su bicicleta e iba a la panadería del pueblo vecino, se metía en la furgoneta con el panadero y le ayudaba a repartir el pan. Regresaba con pan del día y una propina para sus gastos.
Algunos días se cruzaba en su camino con D. Eudaldo, el sacerdote del pueblo, que en bicicleta también o a pie, se dirigía a oficiar a otro pueblo vecino y siempre le gritaba: ¡Lolo! ¿Cuándo vas a cruzar el charco? A lo que el chico respondía también a gritos: ¡Algún día sera, D. Eudaldo!
El panadero le prometió que si valía para el negocio en cuanto cumpliera los 18, lo contrataría con un sueldo si sacaba el carnet de conducir. Nada más cumplir la mayoría de edad sacó el carnet a la primera con muy pocas clases pues ya había conducido muchas veces. El panadero cumplió lo prometido y lo primero que quiso comprar con su sueldo Lolo, fue un coche. Los jóvenes lo quieren todo ya. Decidió pedir el dinero a varias personas con las que se llevaba muy bien, entre ellas el cura.
Desde que le había dejado dinero a Lolo, D. Eudaldo se reconcomía por las noches dándole vueltas: "Yo voy diariamente a Castrillo a pie, el camino es un pedregal, podía ir en bici como cuando estaba en Villaseca pero por ese camino las ruedas de la bicicleta no aguantarían ni un viaje. Ese "minipanadero de tres al cuarto" va en coche de un lado a otro con mi dinero y no pasa frío gracias a mí. Le dejé el dinero, por sus tíos, no les iba a hacer ese feo. Él tiene la furgoneta del panadero que si se empeña se la deja traer y llevar. ¡El coche lo tenía que haber comprado yo! Claro que sería vergonzoso que D. Eudaldo pidiera dinero para comprarse un coche. Con las penurias que pasa esta gente.
La envidia reconcomía al cura. Después de mucho cavilar, pasados unos meses decidió hablar con Lolo. Le propuso cumplir su sueño:
_Lolo, tú siempre has querido probar suerte en América y concretamente en Bolivia. Los ojos del joven se abrieron como platos.
_Ya lo sabe usted, Don Eudaldo.
_Pues no es tan difícil, _añadió el cura_ conozco a unos misioneros que tienen un colegio en La Paz. Ellos te pueden acoger un tiempo hasta que encuentres trabajo, incluso sé que te pagaría el viaje la congregación, con un poco de influencia por mi parte, así que piénsatelo.
¡¡Ah!! Y por el coche no te preocupes me lo quedo yo y pagaré el resto a los que les debas dinero.
De esta manera tan sibilina, el cura, D. Eudaldo, se quedó con el coche de Lolo. ¿Cómo le fue a éste allende los mares? Muy bien según sus tíos que hablaban de él con orgullo del exitoso porvenir que se había labrado.
Magnífico relato, muy instructivo. La frase del Meme: Para ponerla en la pizarra de todos los colegios de cualquier edad.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Enrique. Si bastara con ponerla en la pizarra y al menos que alguien la tuviera en cuenta, yo me sumaría. Un saludo.
EliminarCuriosa hstoria. Pero el cura mordió y comió ;)
ResponderEliminarAsí es Alfred, le salió bien la jugada al cura a pesar de todo. Un abrazo.
EliminarAleccionante para una conducta que es muy dada socialmente. Los envidiosos abundan como la verdolaga en la playa. Supongo la cara del curita, que al indagar por la suerte de Lolo, se encuentra con la sorpresa del bien y buen estar de su recomendado en las tierras de Evo Morales. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarSí, Carlos, se dice que España es un país de envidiosos. Alomejor si el cura descubre que le va bien a Lolo, se va él también a quitarle la suerte.Abrazos.
Eliminarla envidia es terrible, ni come ni deja, aunque en este caso al cura le salió bien la estrategia. un abrazo, Mara.
ResponderEliminarDesde luego Rita, le salió bien y espero que el coche le durara. Un beso.
EliminarCuriosamente, la envidia no perjudicó a nadie. Involuntariamente, el cura hizo una buena acción.
ResponderEliminarEs por lo menos, no fue destructiva. Y si no lo es, puede entenderse la envidia.
Un abrazo.
Sí, Demiurgo, a veces la vida se vale de algún envidioso sin castigo para ayudar al envidiado. Abrazos.
EliminarGeneralmente envidioso no es que que quiere lo que tienes tu, es el que quiere que tu no lo tengas, en este caso Todos han ganado porque Lolo allá donde fuera estaba claro que triunfaría. Abrazos
ResponderEliminarEster, no creo que el cura pensara en si le iría bien o mal, pero sí ganaron ambos. Un beso.
EliminarTambién creo, amiga Mara, que la envidia en su máxima expresión radica en que el otro deje de tener algo, pero efectivamente en este caso tanto don Eudaldo como Lolo quedaron felices.
ResponderEliminarAbrazo austral.
Aparentemente sí, Esteban, Lolo dejó de tener el coche, pero a cambio tuvo suerte. Quizás el cura aún con coche siga envidiando a alguien más.
EliminarAbrazo boreal.
Dentro de todo, al chico le fue bien.
ResponderEliminarPor lo menos.
Salu2
Pues sí Dyhego, el azar a veces se vale del envidioso para mejorar la suerte de alguien como en este caso la de Lolo. Un saludo.
EliminarBueno, en este caso la "envidia", como tantas veces otras circunstancias, permite ser lección o mejoría para alguien.
ResponderEliminarAquí parece que coincidimos casi todos hoy.
Abrazos Mara.
Aparentemente Ernesto, mejoraron ambos, pero el que es envidioso por más que tenga siempre sigue envidiando algo o a alguien. Un abrazo.
EliminarEstoy con Ester. Lo he observado y siempre fue así.
ResponderEliminarUn gran relato.
Un abrazo.
S, Mari Carmen, porque el envidioso quiere que tú no lo tengas, seguirá siendo envidioso por bien que le haya ido. Gracias. Un beso.
EliminarVaya con el cura, me alegra que a pesar de ese envidioso a Lolo le fuera bien y que consiguiera su sueño.
ResponderEliminarBesos
Sí, Conxita, a veces la fortuna se vale de alguien envidioso para dar suerte al envidiado, y aunque parece que también al cura le fue bien, su defecto no creo que desaparezca nunca. Un beso.
EliminarDe pequeña me decían que ser envidiosa era pecado ¿Lo sabría el cura?.
ResponderEliminarBesos.
Y a mí también me los decían Conchi. Los curas han de saberlo todos je, je, pero ya sabes haz lo que yo digo pero no hagas lo que yo hago. Un beso.
Eliminar¡Una bonita historia que termina bien para todos! Gracias Mara!
ResponderEliminarHola Enrique. Sobre todo para el envidiado, porque el que es envidioso no se sacia con nada.
EliminarGracias a ti. Un abrazo.
La envidia deja en evidencia la mediocridad
ResponderEliminarBesos
Así es Noelplebeyo, pero... ¿Será verdad que es el pecado nacional? Prefiero no creerlo. Un abrazo.
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