jueves, 23 de enero de 2020

Monólogo de silencio (8)



 ¡Por fin te fuiste! 

Me dejaste  sentada en el sofá del empujón que me diste para que me apartara. Donde tú te tumbas y yo nunca me siento porque luego no me puedo levantar. La bronca terminó como siempre. Primero te niego el dinero que me pides y al final te doy los 50 euros. Otra vez me amenazaste con estrellar la televisión contra el suelo, lo único que me hace compañía y me distrae. Los vecinos ya se han acostumbrado a nuestros gritos y peleas. Me costó levantar mis 79 febreros, que pronto serán 80,  del sofá; al final lo conseguí poniéndome de rodillas y apoyándome en él. Llegué hasta una silla jadeando y con cuidado de no tropezar con todo lo que dejaste tirado por el suelo. Escuché en la tele que cada vez más hijos adoptados maltratan a sus padres. Es verdad que yo no quería adoptarte porque ya rondaba los cincuenta. Toda mi vida la he dedicado a cuidar; primero a mis abuelos por ser la mayor, más tarde a mis padres, luego a mi marido y me parecía que tenía derecho a pensar un poco en mí; pero él se empeñó, necesitaba ayuda para el trabajo en el  campo con tanta sementera. Te adoptamos por medio de las monjas. Soy muy religiosa, es lo único que me da fuerzas, sentarme en la iglesia y pedir a la Virgen que no aparezcas por casa. El nuevo cura no me gusta es demasiado joven. A Don Arturo le contaba mis cuitas y me reconfortaban sus palabras. Te lo dimos todo para que nada te faltara, pero cuando él, tu padre adoptivo faltó, te desmadraste. Curiosa palabra viniendo de alguien que nunca te ha parido. Tanto tiempo de control te tenía harto. Me dijiste que jamás olvidarías y perdonarías aquella paliza con el cinto que dejó tu cuerpo marcado durante mucho tiempo; por haber salido de casa por el tejado sin su permiso. Siempre me culpaste a mí por no haber intercedido por ti en muchos momentos. Creía que hacía lo mejor. Hoy eres un hombre adulto  con dos hijos de los que jamás te has preocupado. Me tratas muy mal, mejor dicho me maltratas: me gritas, me empujas, me insultas... Ya te puse una orden de alejamiento y la tuve que quitar. No quiero que vuelvas a la cárcel,  me costó mucho sacarte de allí y regresaste peor que antes de entrar. No trabajas y si no te doy dinero, trapicheas y si te lo doy también. Sí, sé que tienes derecho a la casa por la herencia de tu padre, pero no podemos vivir juntos por más que te empeñes. Heredarás las paredes de la vivienda porque dentro de ella todos son destrozos. Presiento que me queda poco tiempo de vida, si a esto se le puede llamar vida, cada vez estoy más débil.


La vida sigue su marcha: "Cuantas más velas tiene nuestro pastel, menos aliento tenemos para apagarlas" de  Gustave Flaubert.



22 comentarios:

  1. Triste historia de una vejez nada plácida, por no haber corregido a tiempo ciertos desmanes.
    Un abrazo.

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    1. Sí, Alfred, o por haber sido demasiado duro, nunca se sabe. Un abrazo.

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  2. Qué triste vida la suya, me pongo en su piel.
    Un abrazo 🌸

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    1. La verdad es que es muy triste Verónica, pero a veces los mayores no se atreven a pedir ayuda. Un beso.

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  3. Oh que triste historia, nunca deberian ocurrir estas cosas, los padres merecen respeto y necesitan cariño. Abrazos

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    1. Los padres y los hijos Ester, a veces nos pasamos de rígidos y otras no llegamos. Besos.

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  4. Monólogo aleccionante y bien tejido. Habla muy bien de una situación que hoy es pan diario. Los hijos, maltratando a sus padres, actuando como maquetas, irresponsables, y al margen de la ley.
    Un abrazo. Carlos

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    1. Así es Carlos, esa es la pena que cada vez se dan más casos y sin solución. Cariñoso saludo.

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  5. La cosa empieza muy mal, no se pueden querer tener hijos adoptados como si fueran animales para ayudar al trabajo, como dice el refrán, "lo que mal empieza, mal acaba".

    Saludos

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    1. Desde luego Emilio, fue una mala elección desde el principio. No se puede adoptar por interés así sale después. Un saludo.

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  6. Anhelo fervientemente, estimada Mara, que esto sea solo obra de tu incuestionable talento literario y no se haya basado en alguna experiencia cercana.

    Fuerte abrazo austral.

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    1. Pues por desgracia Esteban, está basado en un hecho real que me temo va a terminar muy mal.
      Cariñoso abrazo boreal.

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  7. Algo está fallando en la educación de nuestros jóvenes para que ocurran situaciones como la que describes en tu relato. Por suerte son una minoría los que se vuelven tan rebeldes.
    Un abrazo.

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    1. Es el único consuelo Helio, que sea una minoría, desde luego el respeto falla a todos los niveles. Abrazos.

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  8. me maravilla tu escrito ácido de palabras intenso bueno ..casi divino...
    Te doy mi mano compañera ...y te felicito

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    1. Mil gracias RECOMENZAR por tus palabras, pero cuando alguien cercano pasa por una situación así, sale muy real al contarlo. Un beso grande.

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  9. Lo de adoptar como un método de encontrar mano de obra barata, fue una pésima idea, una muestra de falta de humanidad. Como ejercer la violencia y no evitarla.
    El hijo adoptivo está dando lo que recibió.

    Un abrazo.

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    1. Desde luego Demiurgo, fue una idea malísima, un hijo no se puede adoptar por interés de ninguna manera. En este caso la policía ha intervenido varias veces y todo sigue igual, pero como dices él etá dando lo que recibió.
      Abrazos.

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    1. Más que triste Liliana, porque me da que esto puede acabar muy mal para ambos. Un beso.

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