¡Yo soy!
Como soy sombra, me colé en el palacio construído por Gaudí, donde se exponían cuadros de un pintor no muy famoso, en una sala de la primera planta. Me acerqué a dos hombres jóvenes que observaban un cuadro cogidos de la mano. No hablaban del cuadro sino del pintor. Un hombre mayor, guapo, alto, de ojos claros y barba cana.
Uno de ellos le dijo al otro en voz muy baja: Este hombre dejó embarazada a una "enana" de "buena familia" de la capital y como era una "familia buena", se enteraron demasiado tarde para hacerla abortar y le obligaron a dar en adopción al bebé.
El pintor se enteró después de muchos años de que había sido padre de un niño, que ahora era un hombretón de ojos claros que había pasado por la cárcel.
Nunca le había conocido, pero desde entonces sus pinturas son hombres bellos, jóvenes de ojos claros y con el torso tatuado.
Me quedé mirando los cuadros y... haciendo compañía al pintor.
Recordé aquella frase de Cervantes: "La belleza del cuepo muchas veces es indicio de la hermosura del alma".
No hay comentarios:
Publicar un comentario