¡Yo soy!
Soy la sombra que se moja, en el agua de la pequeña fuente, al lado de la iglesia amarillenta. De pronto, aparece un cortejo fúnebre en dirección a ella. Me acerco atravesando la calle. Hay muchos jóvenes.
Sí, el muerto es uno de ellos. Los operarios sacan el féretro, que suben a hombros seis jóvenes amigos. Mientras lo llevan hasta la entrada, los miro y leo sus pensaientos:
El primero: ...¿Por qué... por qué?... lo estábamos pasando de puta madre. ¡No puede ser!...
El segundo:...¡Soy un cabrón!, fui yo el que te dijo que te metieras por dirección contraria. ¡tío, te maté yo!...
El tercero: ... No debo llorar, soy un soldado profesional, no puedo manchar el uniforme...
El cuarto: ...¿Quién me va a cortar la corbata el día de mi boda, a ver... quién ? ¡Siempre decías que harías añicos de ella, pero que parte del dinero te lo meterías en el bolsillo para corrernos una juerga cuando me divorciara!; ja, ja ...¡serás gil... lo que nos reíamos juntos...!
El quinto:... Tú siempre tienes que jo...rlo todo, primero me quitas la novia y ahora esto... ¿qué quieres?, ¿que vuelva ? ¡Ni lo sueñes!...
El sexto:... Sí, ¡acelera ! ¡acelera! y yo ...venga sí, más... más... ¡serás capullo! Sólo falta que me pidan declaración. Yo voy a decir la verdad. No te creas, si voy a chirona pues voy ... ¡Con la de veces que fuimos con el Renault 5 a hacer trompos por la Candamia...!
Yo... me alejo pensando en una sepulturita pequeña a la que muchos años pusimos flores mis hermanos y yo. Soledad se llamaba, "Solita" decíamos nosotros, y allí se quedó solita... ¿Por qué los jóvenes?... ¿por qué los niños?...
Pero... Anaxágoras me dio la respuesta: "Todo está en todo".
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