¡SIRA!
Sira fue una "Seter" que tuvimos en casa cuando mis hijos eran pequeños. Era una extraordinaria cazadora.
Un día apareció ante la puerta de casa con una gallina asida por el cuello en su boca. Tras ella llegó la dueña de la gallina que llamó a la puerta. Salí y llamé a mi pareja. La chica cogió la gallina inerte y dijo:
_Miren, lo siento, pero estaba la puerta de la panadería abierta, nos entró en el corral y ya ven. Se lo digo porque la vi yo, si la ve mi padre ya no la deja salir viva de casa.
_Pues sí _ pensó mi sombra. ¡Buenas se las gastaba Clementón!
La perra había soltado su presa y movía el rabo esperando una caricia de recompensa. Mi pareja no dijo nada, se llevó a Sira para la cochera y sólo oí con el corazón encogido, los chillidos del animal. Tuvimos una gran bronca:
_Pero... ¡¡A quien se le ocurre castigar a un animal por hacer muy bien su trabajo!! ¿¿Acaso sabe ella diferenciar entre una caza y otra?? ¡¡Si no quieres que lo repita enciérrala!!
Su instinto cazador, nunca la abandonó. Cuando iba por la orilla del río y veía una "polla de agua", se tiraba a por ella, no entendía de estaciones, de frío o de calor. Pagó caro sus lanzamientos a las frías agua del Tuerto. La "artrosis" fue haciendo mella en sus patas, dejándola inservible para realizar su trabajo.
Después de unos años, un día cualquiera, Sira fue llevada a La Bañeza, donde un veterinario conocido, con una inyección acabó con su sufrimiento.
Ni los niños, ni mi sombra nos despedimos de Sira. Pero todos guardamos con amor su recuerdo en nuestros corazones.
Recordando aquel disgusto, me viene a la mente una frase de Leonardo da Vinci: "Verdaderamente, el hombre es el rey de los animales, pues su brutalidad supera a la de éstos".
Y que razón tiene esa frase... El hombre es la peor bestia. Un abrazo
ResponderEliminarAy ma, que se me ha puesto un nudo en el estómago. Yo jamás la olvidaré porque, entre otras cosas, me salvó la vida una vez. Algún día tienes que contar esa historia.
ResponderEliminarLo del castigo, si me lo permites, fué lo más acertado. Ese día aprendió a diferenciar la buena caza de la mala ¿¿Acaso querias que lo volviera a intentar y la pillase Clementón??
La mayoría de las veces ese tipo de castigos resultan inútiles cuando se trata de anular parte del instinto natural; más bien sirven para tranquilizarte tú.
ResponderEliminarUna entrada que "revuelve" tristes y, a la vez, buenos recuerdos.
Saludos
Mara a mí me ha hecho mucha gracia la historia. Esa perra era muy buena, cumplía con el trabajo que normalmente se esperaba de ella. Luego hay que tener cuidado cuando no se va de caza, porque su instinto está ahí.
ResponderEliminarAhora mismo tengo a la mía pegadina a mí esperando a salir y aunque da mucha pereza no queda más remedio que olvidarse de ella y sacarla para que resista la noche tranquilita.
Un abrazo.
¡¡Qué lindos bichines!! el cariño que dan a cambio de nada, yo tengo una duda que lo demuestra cada día, (mi duda es mi perra)
ResponderEliminarY sí, los seres humanos somos más bestias que las propias bestias, por desgracia.
Besines, Irma.-
Bueno Silvia, teniendo en cuenta que también somos capaces de las mayore ternuras, nos vamos a quedar en lo positivo. Un beso.
ResponderEliminarRa, yo también lo recuerdo con pena. Pero no creo que fuera la mejor manera de enseñarla. Yo creo que si vuelve a ver una gallina vuelve a cazarla por instinto. ¡Clementón la mata seguro! Megabesos.
ResponderEliminarEso pienso yo también Fonsado, a veces nuestras culpas las pagan los animales. Un saludo.
ResponderEliminarEra lo mejor, Aorillasdelorbigo, sobre todo para la caza. Si tienes la tuya junto a ti, también sabes del mucho cariño que se les tiene. Abrazote.
ResponderEliminarIrma, a pesar de todo seguiremos apostando por los seres humanos. Eso sí, sin olvidar a esos seres que nos alegran la vida. Saludines.
ResponderEliminarMara, lo primero agradecer tu visita y amable comentario en mi blog "Tiempo de poesía",cuando llegan personas como tú en miboca se dibuja una mueca de sonrisa, pues, considero que para entender y gustar la poesia se necesita, ser sensible y tener un gran corazón, y en tu post, he descubierto, que en ti se dan ambas cualidades, y además, compartes con mi mujer la misma profesión, casualidades de la vida, ella también tiene un blog del cual te pongo el enlace por si quisieras visitarlo, en el comenta nuestras aventuras por la montaña Asturleonesa, de una forma muy original.
ResponderEliminarhttp://sara-momentosdecisivos.blogspot.com/
Bueno Mara, un placer visitar tu blog.
Un beso.
Gracias Manuel por tus palabras. Ya he visitado el blog de Sara y lo tengo en favoritos. Maravillosas rutas y magníficas fotos. Saludos.
ResponderEliminarEs entrañable el amor que son capaces de despertar en nosotros los animales. Yo tengo un gato y lo adoro... Sira era guapísima :)
ResponderEliminarFeliz domingo
Sí Aída, Sira era muy bonita. Una caricia a tu gato y un beso para ti.
ResponderEliminarHola mami he leído hoy el blog, hacía un montón que no entraba (ya sabes los pitufos) y me he puesto a llorar como una tonta al acordarme de Sira, era un amor de perra, yo creo que no debió pegarla... a mí también me cayó algún azote de bebé por llorar que es lo poco que pueden hacer los bebés, en fin... c'est la vie.
ResponderEliminar¡Hola Olgui! Pues sí era un amor de animal y el castigo estuvo de más a mi juicio. Lo tuyo te acuerdas porque te lo hemos contado pero sí te dejó el culito colorado. ¡Menos mal que sólo fue una vez! Besotes.
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