lunes, 17 de enero de 2011

¡¡Ahí está!!





¡Yo soy!






Es portero en un edificio de la ciudad. En la planta baja hay una cafetería casi siempre "a tope" aunque en este momento, diez de la mañana, no hay muchos clientes.
 
En la cafetería además del dueño trabajan cuatro personas extranjeras. El portero del edificio ve aparcar un coche de gran cilindrada. Antes de que el conductor, un hombre bien trajeado y con un maletín salga de él, éste se ha dirigido a la cafetería y allí susurra al dueño:
 
_ ¡Ahí está! Sale y de nuevo se sitúa a la entrada del edificio.
 
El hombre del maletín, inspector de Hacienda, se dirige al interior de la cafetería de donde por arte de magia han desaparecido tres extranjeros. Permanece uno y el dueño, al que se dirige el hombre trajeado. Ambos se sitúan a un lado del mostrador y el hombre elegante, saca unos documentos a la vez que hace una pregunta:
 
_¿Cuántos? El dueño del negocio contesta: "Uno"
 
 El inspector rellena los papeles que el de la cafetería firma.
 
_Está bien, "voy a hacer la vista gorda"  pero... sabe que se expone a una multa.
 
_Uno _repite el jefe a la vez que  da la mano al de Hacienda que de nuevo regresa a su coche.
 
El portero, al ver marchar al del maletín, vuelve a la cafetería e interroga con un gesto al del negocio que le contesta:
 
_Prefiero una multa que pagar por los cuatro. Gracias por avisar. Ya sabes a él _refiriéndose al funcionario_ tampoco se la damos, pero le pagan igual! ¡Él ya cumplió!
 
 
A riesgo de "Tirar piedras contra mi tejado" recuerdo: "Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los que están en los lugares más altos son los que menos sirven" de Paul Masson
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. A veces depende de quien los coloque ¿no?.

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  2. Sobre todo si alguien los coloca, J. Carlos, lo que abunda mucho entre la clase política. Saludos.

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