miércoles, 12 de enero de 2011

¡A voces!







¡Yo soy!






Es un hombre mayor. Cruzamos el puente de San Marcos. Suena su teléfono móvil. Lo saca de su bolsillo y lo acerca a su oído:

_¡Ah sí!, Dominga eres tú, dime dime. Todo el que pasa disimula y no le mira pues vocea como si quisiera hablar con la lejana mujer y ésta no le oyera. A mi sombra le da apuro, unas veces me sigue y otras le sigo.

_Sí, sí, yo vine a León. Estoy tomando un café aquí en San Marcos. ¡Mentira! Mi sombra sonríe. Él continúa con su voz fuerte:

_Pero... sí voy para allá otra vez. Sí...sí... los muebles me ha dicho que se los quiere dar a una sobrina. Ya te llamaré yo... Hoy no, porque tengo que hacer muchas gestiones: Tengo que ir al Registro de la Propiedad, pasar por Hacienda, ir a Correos...

_¿Oye sigues con tu marido? No, es que como aquel día que estuvimos hablando dijiste que te ibas a separar... No mujer, cómo le voy yo a decir nada. ¡Con la hostia que se gasta!  _escucha unos minutos lo que le dice Dominga:

_ ¡Que no, te doy mi palabra! Bueno pues nada guapa, adiós bonita. Ya te llamo.

Mi sombra pensaba: "Pues anda, que si por una casualidad, el marido de la Dominga pasara por aquí..."


Me llamó la atención el interés que mostró por la separación de su amiga: "La esperanza es un buen desayuno, pero es una mala cena" de Francis Bacon.


(Por supuesto la imagen, tomada de la Red, no corresponde a la persona citada en el post).




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