¡Yo soy!
¡Por fin, comienzan de nuevo las clases de yoga! Nada más entrar en la sala, un monitor al que llamamos "mudo", porque no calla ni debajo del agua, comienza a decir:
_No vais a poder, aunque no lo parezca, está muy húmedo. Esto... ya se sabe, dejadez total. Podían haber puesto un cubo pero nada de nada. Como en mi casa que el vecino de arriba se puso a hacer reformas y no cerró el agua. ¿A quién se le ocurre semejante cosa?, y claro, inundó mi casa. Pues esto igual. Se cierra en vacaciones y ni mantenimiento ni preocupación de ningún tipo por las instalaciones.
_Son demasiadas vacaciones, teníais que protestar. En el Ayuntamiento dicen que son las mismas que tienen los escolares. ¡Mentira! En los colegios hay clase en junio y septiembre y aquí en esos meses no tenéis actividades deportivas. Quitas el verano, julio y agosto más la Navidad y la Semana Santa; te quedan seis meses. ¡Con lo importante que es el ejercicio! Y ahora esto. No vais a poder hacer yoga, el "tatami" chorrea.
Aún no sabíamos, con su verborrea, de qué nos estaba hablando. Al pronunciar su última frase, miramos hacia arriba y un pequeño agujero en el techo nos fue aclarando sus palabras.¡Una enorme gotera, descubierta justo al comienzo de la clases! ¡Con tanta lluvia a nadie se le ocurrió dar una vuelta por las instalaciones!
Suerte que, nuestra monitora Angelines, que es una profesional como la copa de un pino, nos dio la clase en otro espacio.
El joven monitor, habla demasiado, pero esta vez con razón: "La palabra que acusa es la chispa arrojada en un polvorín: la reparación, una antorcha que cae en el agua" de Concepción Arenal.
Uno se queja y no hace nada; la otra, sin mediar palabra, busca la solución y da la clase en otro lugar. De esas personas hay que aprender, de las que ven la botella medio llena.
ResponderEliminarSaludos, Mara.
La verdad es que sí, si es otr@ no da la clase y tan campante. Esperemos que aún queden muchas como ella. Un abrazo.
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