martes, 10 de abril de 2012

En el Valle de Nuria







¡Yo soy!







En la Residencia Saphil, durante la Semana Santa siempre se hacía una salida. Para venir a León eran muy pocos días y temían que nos tentara la morriña y más de una no regresara.

 Un año hicimos una excursión al Valle de Nuria. ¡Una preciosidad de lugar! Hubiéramos disfrutado mucho más de él con la ropa y calzado adecuado pero.... Menos mal que la juventud todo lo supera. Para la mayoría de nosotras fue un viaje muy divertido.

Allí, un grupo de cinco chicas, decidimos darnos un paseo en barca por el lago. ¡Ninguna sabía nadar! Remar tampoco. En medio del lago, Laura, que estaba un poco loca, se puso de pie en la barquita y a punto estuvimos de volcar. Si habíamos contratado la barca para media hora, ya había trascurrido más de una hora y no sabíamos como dar la vuelta. El chico del embarcadero tocaba el silbato para que regresáramos y nosotras, muertas de risa, sin saber cómo hacerlo. Girábamos y girábamos y cada vez nos alejábamos más y más. Por fin el muchacho, al ver que no regresábamos, vino en otra barca a buscarnos. Fue entonces cuando se dio cuenta de nuestra ignorancia en el manejo de la barca y de nuestra imprudencia. Al atracar supimos que unos metros más allá había una cascada por la que hubiéramos caído de seguir el rumbo que llevábamos. Cuando ya había pasado el peligro, fue cuando realmente nos asustamos. 

Visitamos el monasterio, subimos en el tele-silla, remamos en el lago y pasamos frío. ¿Cómo no, si vestíamos chaquetinas de punto y vestidos veraniegos. El mío azul con un lazo a un lado. Muchas con zapatos tipo francesitas. ¡¡Ropa muy adecuada para la visita a una estación de esquí a principios de la primavera!! Pero a nuestra directora por entonces no se le podía hablar de pantalones. ¡Unas señoritas en pantalones!


 Creo que las cinco aprendimos bien la lección:"Es mucho más fácil sacar fruto de los errores, que evitarlos o corregirlos" de León Daudí.




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