¡Yo soy!
Como cada año, el primer sábado de agosto, tuvo lugar el encuentro de "Las chicas de la Saphil". Este año lo celebramos en Santa María del Rey. Allí, en el Hotel Victoria, entre risas y abrazos surgieron varios recuerdos de nuestra estancia en Cataluña.
Feli contó uno de loe recuerdos que más presente tenía. Ella lo situaba en el segundo año de nuestra estancia en la Residencia Saphil:
En las vacaciones de Semana Santa solíamos realizar un viaje Ese año, nos llevaron a conocer el Levante español. Nuestra ruta, desde Alicante, terminaba en Barcelona y de allí el regreso a nuestra residencia en Ripoll (Gerona).
Ya en Barcelona, de regreso, un grupo de cinco o seis chicas se fueron hasta el puerto. La hora de salida era tarde, sobre las 11 ó las 12 de la noche. El grupo de unas cinco o seis chicas, se entretuvo y cuando llegó al lugar de espera del autobús minutos más tarde de la hora convenida, éste ya había partido.
Las chicas, sin dinero para el regreso, no sabían qué hacer a aquellas horas en la gran ciudad. Una de ellas, sugirió dirigirse a una residencia de monjas cercana y pedirles dinero para el regreso a Ripoll. Así lo hicieron.
Cuando llegaron a la Residencia, ¡a las cuatro de la madrugada! Allí, en el hall, esperaba la directora con su mañanita sobre los hombros, dando paseos con cara de vinagre.
El castigo fue cuidar de varias chicas que habían cogido la gripe en el viaje. Llevarles líquidos y comida a sus habitaciones y... ¿Cómo no? ¡Limpiar el cuarto de la calefacción!.
Después de los años, algunas nos preguntamos si no fue el abandono planeado por la directora, cómplice con alguna del grupo abandonado, para darnos a todas un escarmiento en futuros viajes. De lo contrario, ¿cómo se dejan varias chicas, menores de edad, en una gran ciudad desconocida, sin dinero a altas horas de la noche? Hoy como ayer, eso sería un delito además de una irresponsabilidad.
Esta sombra copia: "Una historia no es sólo verdad cuando se narra cómo ha sucedido, sino también cuando relata cómo hubiera podido acontecer" de J. Mario Simmel.
Bueno delito delito... viniendo del clero no sé yo, en fin pobrecitas las sombras, pero fjo que sirvió para unas buenas risas años más tarde.
ResponderEliminarBesines utópicos para tí y para tu sombra, Irma.-
Un poco de mala leche se intuye en la decisión de volver sin las "despistadas".
ResponderEliminarSaludos.
Que cabronas las monjas.Las podiais denunciar.
ResponderEliminarY tanto, Irma. Pues sí, nos reímos recordando estas experiencias a pesar de ser un tanto chungas. Un abrazote.
ResponderEliminar¡Mucha, mucha mala leche, diría yo, Fonsado, pero lo pasado pasado está. Un saludo.
Y eso que eran monjas seculares. Bueno no siempre fueron tan cabronas, Máximo, pero esa vez se pasó la dire. Saludos.
Hola Mara! Como estas, mira que me gustan tús comentarios pero hacía tiempo que no te leía Perdona. Lo que ha cambiado la educación pedagogica no te parece. Hoy no tendrían un sitio en esta sociedad. Un abrazo
ResponderEliminarperdona mara no te puse nombre soy María
ResponderEliminarHola María: me alegra de volver a verte por aquí. Te doy la razón en que la educación ha cambiado mucho en muchos casos para bien, pero en otros... Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias.
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