martes, 1 de abril de 2014

¡Saber idiomas!






Es una pareja que no llega a la cincuentena. 

Visitaban ese hermoso y milenario país llamado Egipto en un crucero por el Nilo. Como no tenían pensión completa el matrimonio se dirigió a comer fuera del barco. Entraron en un restaurante y les pusieron ante sus ojos una carta escrita en inglés y en árabe. De inglés no tenían ni idea y de árabe por supuesto no entendían ni papa. Volvieron sus ojos a la mesa de al lado donde una pareja comía carne con muy buen aspecto y pidieron al camarero que le sirviera de primero lo mismo que a aquellos señores y de segundo eligieron al azar sobre la carta en inglés lo que mejor le pareció a sus ojos. 

Al momento fueron servidos con un buen plato de cordero. que estaba exquisito. Esperaron satisfechos a por el segundo y el camarero volvió; ¡Oh sorpresa!, con otros dos platos del mismo manjar que acababan de comer. Se miraban el uno al otro entre risas mal disimuladas y no se creían que de nuevo tuvieran que repetir el primer plato. No fueron capaces de acabar con tanta carne. 

Esta anécdota la cuentan sólo a los muy amigos. Se sienten avergonzados y es que siempre han oído decir que los idiomas son muy, pero que muy importantes para viajar por el mundo. ¡Nunca olvidarán semejante empacho! 


Mi sombra, que no puede presumir de idiomas, le quita importancia pues:  "El mayor de los excesos consiste en no hacer ninguno" de Joseph Leonard.




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