fotografía obtenida de la red |
Las cuatro personas, dos mujeres maduras y dos hombres, uno bastante mayor y el otro algo más joven, charlan cómodamente sentados frente a la chimenea.
De lo que había en esta casa de nuestros padres _dice una de las mujeres_ ¿Qué objeto guardaba o sigue guardando para cada uno de nosotros un recuerdo especial?
Para mí _continúa la misma mujer_ el reloj de pared que heredé de mi madre y que ella heredó de su abuela cubana. Su enorme llave para darle cuerda impresiona. Creo que habrá pocos como él, recuerdo su solemne sonido desde niña al dar las campanadas en casa de la abuela. Miro sus bonitos adornos de nácar alrededor, su caja de oscura madera ondulada, sus números romanos... ¡A propósito! Cuando su esfera se deterioró antes de tenerlo yo, tú, que eres un manitas, _dijo dirigiéndose al hombre más joven_ le colocaste de nuevo los números romanos y curiosamente los pusiste al revés. Así las VI están invertidas. Eso me gusta, me trae tu recuerdo y las horas felices que pasamos juntos.¡Nunca me desharé de él, ni por todo el oro del mundo!
Pues para mí _comenzó la otra mujer_ recuerdo la colcha de la bisabuela, hecha por sus manos con trozos de tela, recortes y retales que sobraban de vestidos y trajes que hacía. Formaba cuadros que luego unidos en cuadrados más grandes hicieron una preciosa colcha multicolor que se alegraba uno sólo de mirarla. ¡Qué pena que de críos la estropeamos y ya ha desaparecido!
Para mí _dijo el hombre más joven_ mi objeto preferido es la "gramola". Nada menos que de la marca "La Voz de su amo". También tuve la suerte de heredar de nuestros abuelos. Es irrepetible. ¡La voz de su amo! Su sonido no es muy bueno pero a mí me relaja oír las voces de hace tantos años a través de esa especie de caracola-embudo. Poner su aguja sobre esos discos de hace más de cien años es como si fuera a realizar un viaje interespacial, me hace flotar.
El último en hablar fue el anciano: Pues mi objeto preferido es el bastón que heredé del tío Antonio que vivió con nosotros. Es una maravilla y me ha venido de maravilla también a mi edad. Su palo fino y brillante está bien, pero su empuñadura en hueso es única. Está formada por el cuerpo de un león abrazado de muerte por una serpiente eso lo convierte en una pieza muy original. Alguien me ha dicho que son símbolos masónicos. A mí me hace pensar en la colección de bastones de Antonio Gala, no olvidéis que lo heredé del tío Antonio. ¡Para mí, es un bastón de museo!
Los cuatro hermanos sonrieron al escucharlo afirmando con sus cabezas, mientras dirigían sus miradas hacia el fuego de la chimenea.
Un hermoso día de invierno: "Los ideales que iluminan mi camino y una y otra vez me han dado coraje para enfrentar la vida con alegría han sido: la amabilidad, la belleza y la verdad" de Albert Einstein.
Bonitos recuerdos. Todos guardamos algún recuerdo de los padres o de los abuelos.
ResponderEliminarAsí es algunos hasta nos traen recuerdos non gratos. Saludos.
EliminarEsas charlas al calor de la chimenea llenas de amabilidad y verdad se convierten en belleza. Albert Einstein tiene razón.
ResponderEliminarBesos
Eso creo yo también Ambar. Un beso.
EliminarPara todos hay un recuerdo, ninguno coincide, curioso el comportamiento humano.
ResponderEliminarBesos.
El comportamiento humano, Alfred es una mina, sólo hay que observarlo. Un abrazo.
EliminarCada ser atesora sus recuerdos
ResponderEliminarCariños
Que a veces tergiversamos, pero están ahí. Besos.
EliminarHola Mara.. que importancia adquieren las cosas sencillas, cuando representan unos recuerdos y vivencias, tanto bien que estén de acuerdo..
ResponderEliminarUn abrazo..
Sí, llorenç, que a veces juntarse los hermanos y discutir es todo uno, está bien que aquí disfruten. Abrazote.
EliminarGracias por estar en la lista de nuevos seguidores
ResponderEliminarEs un placer pasar por su blog, Saludos
Gracias a ti, encantada. Saludos.
EliminarHola, Mara, un placer estar aquí leyéndote...
ResponderEliminarLos objetos tienen el valor qué queramos darle.
Un abrazo 🌹
Así es Verónica, algunos recuerdos tienen un valor negativo, pero siguen ahí. Saludos.
EliminarMe recuerda el desmantelamiento de una casa, la selección y reparto de los enseres. y el valor que nosotros les damos a los objetos, que no tiene nada que ver con el valor real. Un abrazo
ResponderEliminarDesde luego Ester, el valor real casi siempre es inferior al que le damos. Besos.
EliminarInteresante relato sobre los recuerdos del ayer, que quien más quien menos todos albergamos.
ResponderEliminarLa cita, una guía olvidada!
Abrazo, Mara.
Así es Ernesto, la cita como tantas que deberíamos tener en cuenta la ponemos muy poco en práctica. Abrazos.
EliminarRecuerdos....y cada quien recuerda cosas diferentes aún cuando vivieron en la misma casa.
ResponderEliminarBesos Mara =)))
Así es Liliana, a veces comento anécdotas vividas con mi hermana y su recuerdo de ellas difiere bastante del mío. Un beso.
EliminarLa vida cotidiana y doméstica traen estos trocitos de buenos momentos. Y de alguna manera cuando lo recordamos volvemos a ellos .
ResponderEliminarBesos
Desde luego son momentos felices y así se viven. Un beso.
EliminarAlgunos objetos con su presencia nos hacen recordar los momentos vividos y recordar los buenos momentos siempre nos arranca una sonrisa de ternura, como tierno es el relato de estas cuatro personas amontonando experiencias alrededor de esos objetos únicos que siempre se llevan muy cerquita del corazón.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias Conxita, muy de acuerdo con tu comentario. Al final son momentos felices. Saludos.
EliminarHermoso relato que me hace recordar a mi pasado.
ResponderEliminarUn saludo
Si te trae buenos recuerdos, me alegro Buscador, porque de malos ratos está el mundo lleno. Saludos.
EliminarMIl gracias por tu paso por mi blog, La joroba del camello. Respecto a tu post, es una belleza memorial. Qué bien viene hoy, recuperar el filandón. La familia, hoy no se reúne. Y tu entrada, es un tácito llamado, a que reuniones tan gratas, vuelvan darse entre familiares y a migos.Cuánto acercan. Por lo menos, al cotejarnos con amigos o hermanos, sabemos que existimos, y que no hemos perdido la facultad humana de hablar, para expresar sentimientos filiales o de sanguinidad. Cuelgo mi chinchorro en el alféiozar de tu blog, Mara. Carlos
ResponderEliminarGracias a ti por comentar. El 8 de junio de 2010, las Cortes de Castilla y León declararon al Filandón como Bien de Interés Cultural y pedían su inclusión dentro del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
EliminarEn nuestra tierra fue muy importante el filandón, hilandero, velada que así con varios nombres se celebraba. Saludos.
Yo recuerdo un tenedor, ya ves que cosa mas usual, pues ese tenedor fue el que utilizo mi padre durante el tiempo que le "toco de la guerra civil" y después fue pasando de uno hijo a otro hasta llegar a mi que soy el pequeño. Si no lo sigo utilizando es porque quizás en cambios de domicilio se perdió o con el tiempo se deterioro y fue a la basura.
ResponderEliminarSaludos.
Pues un bonito recuerdo. Yo también curiosamente tengo un tenedor de madera que me hizo un señor que hacía con madera verdaderas maravillas. Un abrazo.
EliminarLos objetos podrán tener un valor material, pero los recuerdos, el simbolismo y las emociones que se asocian a ellos...no tienen precio.
ResponderEliminar¡Ya lo creo! Noda que ver con su precio real. Saludos.
EliminarMe ha encantado tu historia Mara, llena de ternura y sentimentalismo. Nosotros también guardamos los recuerdos de nuestros padres.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias Conchi. Si nos traen momentos felices bienvenidos sean. Un beso.
EliminarHola Mara, cada uno de nosotros atesoramos distintos recuerdos como les pasa a estos hermanos de tu buen relato, lo bonito es, que aunque no coincidan es tenerlos y hablar de ellos, y sobre todo no perderlos.
ResponderEliminarBesos.
Hola Piruja, tienes razón, pero a veces con los cambios de casa más de uno se pierde. Un beso.
EliminarSon muchos los objetos que había a mediados del siglo pasado que no supimos conservar, hoy serían verdaderas joyas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Al leer tu comentario, Helio, me he reído porque me acordé de una Nintendo que le quité a una de mis hijas. La guardé tan guardada que apareció después de 20 años y ya ha empezado a mirar su precio ahora por la red.¡Con sólo 20 años, qué deprisa se hacen viejos los objetos técnicos! Abrazo.
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