Fotografía tomada de la red. |
El otoño está en su apogeo, luchando aún por "espachar" al verano que de ninguna manera se quiere ir.
Una viejecita apoyada en su bastón camina hacia el cementerio. Ella no va allí porque sea día de difuntos y lo mande la tradición, ese paseo lo hace diariamente, la reconforta.
Ese pequeño cementerio con tapia de piedra y verja de hierro la espera cada día. En él no se ven lápidas, ni un sólo panteón, sólo alguna cruz de hierro muy oxidada y alguna más de madera. Las sepulturas no son muy grandes se nota que por ellas han pasado muchos años, pero ella las conoce casi todas: En una esquina la del tío Ebelio que murió de pena al ver marchar a su hija a la capital; en esa otra la de la tía Micaela que vivió 105 años. En aquel rincón el nieto de Marcelo, se lo llevó la pulmonía ...
En medio del diminuto camposanto hay una cruz más grande de piedra pero sabe que bajo ella no hay nadie enterrado. Estaba dedicada al señor cura si se moría, pero nunca murió aquí ningún sacerdote. Hacía mucho tiempo, ya ni se acordaba del último señor cura al que de niña le besaba la mano.
A pesar del qué dirán, ella, nunca se arrepintió de haber sido madre soltera y ve la sepultura donde está enterrado su hijo mucho antes de llegar al cementerio. La muerte vino a buscarlo con sólo doce años. En el pozo no había mucha agua pero se ahogó. Desde entonces, todas las noches piensa en esa fosa, ese hoyo al que un día no muy lejano la enterrarán a ella junto a su retoño.
Las flores del cementerio son de plástico no hace falta cambiarlas, la lluvia se encarga de hacer brillar sus colores. Pero... allí, junto a la de su hijo no hay ramos de plástico, hay crisantemos blancos y amarillos que ella plantó y cuida durante todo el año.
Su precioso pueblo se va quedando vacío. La Anciana va pensando en su propio otoño, las hojas de su otoño van cayendo es sus distintas formas: torpeza al andar, visión borrosa, sordera...
Ella se siente bien no pide nada. Casi todos sus vecinos se han ido en busca de nuevos alicientes, ella nunca ha sentido la tentación de alejarse del lugar que la vio nacer. Donde nació su hijo. Donde los castaños le hablan, las encinas le dan calor en invierno, los robles la escuchan, el agua le sonríe... La muerte cercana le hace sentir más la vida.
"La vida es una oportunidad, aprovéchala
La vida es belleza, admírala
La vida es placidez, saboréala
La vida es un desafío, hazle frente
La vida es un deber, cúmplelo
La vida es un juego, participa
La vida es preciosa, cuídala
La vida es riqueza, consérvala
La vida es amor, gózalo
La vida es un misterio, descúbrelo
La vida es una promesa, cúmplela
La vida es una tristeza, supérala
La vida es un himno, cántalo
La vida es una lucha, acéptala
La vida es una tragedia, enfréntala
La vida es una aventura, atrévete
La vida es felicidad, gánatela
La vida es vida, defiéndela".
De la Madre Teresa.
El dolor de la muerte del hijo no se apaga, ella es la que se apaga, que triste que no haya vivido para cuidarla. Abrazos
ResponderEliminarsí, Ester una situación que más de una madre vive. Un beso.
Eliminar¿Cómo iba a irse si ahí estaba enterrado su corazón de madre?
ResponderEliminarUn abrazo Mara
Es difícil, pero cada vez más los pueblos pequeños se abandonan y el cementerio cada vez recibe menos visitas. Un beso.
EliminarEs una verdad tan grande como intensa. Jamás una madre se podrá recuperar de la muerte de un hijo. Es la peor de las experiencias. Estamos hecho a la idea que un día perderemos a los abuelos, padres, (es ley de vida), hasta el cónyuge ¡Nunca la pérdida de un hijo!
ResponderEliminarEs una emocionante entrada que me peñizca el corazón.
Un beso.
Así es Mari Carmen, siempre deberían irse antes los padres que los hijos pero nadie estamos libres de vivir algo así. Un abrazo.
EliminarUn muy emotivo texto Mara, me ha recordado a una noticia que se ha hecho viral en las redes sociales, de una madre de 98 años que se ha mudado a la residencia en la que vive su hijo de 80 para cuidarlo. El amor de una madre es muy grande. Un abrazo y buen otoño.
ResponderEliminar¡98 años! no me extraña que sea viral.
EliminarGracias. Un beso.
Me recordo también a la noticia que menciona Ainhoa.... que cosas tiene la vida
ResponderEliminarsaludos
No la he leído, pero desde luego es un gesto de generosidad que sólo puede hacer una madre a esa edad. Un abrazo.
EliminarEl amor de madre tan sublime y diferente de todos los demas
ResponderEliminarEs tan fiel que duele sentirlo
Cariños y buen fin de semana
Sí, Abu, no es comparable con nada. Gracias. Un beso.
EliminarPrecioso relato, Mara. Amor de madre hasta el final. ¡Cuantas historias parecidas a esta hay en cada pueblo!
ResponderEliminarAbrazos
Gracias Maripaz, hay muchas hermosas historias de amor que pasan inadvertidas. Besos.
EliminarMe has conquistado con este texto. Enhorabuena. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Un abrazo.
EliminarMuy emotivo Mara ese amor incombustible, que no olvida y sigue para siempre. Muy bonito.
ResponderEliminarSaludos
un amor tranquilo, que asume con aceptación la pérdida, aunque jamás se olvide. Un abrazo.
EliminarMuy emotivo Mara y también he recordado la nota esa de la madre de 98 que se ha mudado a la residencia donde vive su hijo de 80 para cuidarlo.
ResponderEliminarBesos =)))
La verdad, Liliana, la historia de esa madre tan longeva es impactante a esa edad necesitará cuidados ella misma sin duda. Abrazos.
EliminarUn triste relato de la vida de nuestros antepasados en las pequeñas poblaciones, una vida llena de sacrificios y penalidades.
ResponderEliminarSabias frases de la Madre teresa.
Sí, una vida difícil Helio, pero llevada con aceptación y sabiduría.
EliminarLa Madre Teresa ponía en práctica lo que pensaba con enorme sencillez. Saludos.
Una viejecita apoyada en un bastón.... me encanta....un saludo desde Murcia...
ResponderEliminarSí, es una bella imagen del otoño de la vida y del otoño estación. Saludos desde León.
ResponderEliminares un placer revolcarme entre tus letras
ResponderEliminarY para mi, un gran placer saborear tus comentarios. Un besote.
EliminarUn relato emotivo, Mara, precioso.
ResponderEliminarMe quedo con ... "Ella se siente bien no pide nada. "
Un abrazo y feliz noche
Hola Enrique, yo también admiro a las personas así, que aceptan la vida tal como viene y se sienten felices. Es muy buena filosofía. Abrazos.
Eliminar