jueves, 14 de noviembre de 2019

El 4º IRA



Era un domingo en el pueblo y el monaguillo, un niño de nueve años, ayudaba a misa vestido con su ropón rojo y su alba blanca. Como cada domingo era el encargado de pasar la cestita de los responsos.

En la segunda fila estaba de pie la señora Filomena. Llamaba la atención porque era una mujerona. Estaba casada con un taxista de otro pueblo que a su lado parecía su bastón. Siempre que venía al pueblo destacaba porque era la única mujer  maquillada, que vestía de forma elegante y  llevaba unos tacones de aguja impresionantes.

 Iván, que así se llamaba el acólito, pasó su cesta por las filas de bancos como de costumbre. La mayoría de las personas no echaban nada, y pocas echaban dos reales o veinte céntimos. El cura observó que Filomena echaba cuidadosamente un billete en la cesta. Por lo menos era un billete de cinco pesetas, pensó el oficiante. ¡Pero!... Al regreso de su ayudante al altar, en la cestita no había ningún billete. El cura echó una mirada furibunda al chico que no se dio por enterado. 

Terminada la misa, ya en la sacristía el muchacho hizo un raro movimiento al quitarse la vestidura blanca como si no le saliera bien por la cabeza. Al lograrlo el clérigo ya lo esperaba con una sonora bofetada que tumbó al chico contra la pared al tiempo que preguntaba: 

_¿Qué hiciste con el billete? Iván negó que viera ningún billete. 

El sacerdote cogió al pequeño por las orejas zarandeándolo. El chiquillo seguía negando el billete, bajo un torrente de lágrimas. Cuando el cura lo cogió violentamente de los pelos y lo tiró al suelo no pudo más y confesó. Hacía unos días que había descubierto un descosido en el doble cuello de su camisa y por él había metido el billete que sacó arrugado y entregó llorando a moco tendido a su agresor. Aún así, el clérigo redobló su ataque de ira y siguió llenando de golpes el cuerpo de Iván que cubría su cabeza y su cara con los brazos a la vez que suplicaba y prometía no volver a hacerlo.

 ¡¡Nunca más lo harás porque desde hoy no vuelves a ser monaguillo!! Masculló el cura entre dientes rojo de ira.




36 comentarios:

  1. El niño ¿tenia 9 años?, quiere decir que era menor de edad, lo cuentas en pesetas, por tanto era la dictadura, a ese cura lo conozco, era uno de esos curas borrachos y sinvergüenzas que durante la dictadura, tanto en colegios como en la iglesia, generaron terror. Aun recuerdo un cura escolapio que nos daba clase de religión y nos tenia prohibido meternos las manos en los bolsillos y si lo hacíamos nos llevábamos una buena torta, por no contar lo que no decía, que se nos secaba la espina dorsal si nos masturbábamos.

    Traumatizados nos tenia.

    Saludos

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    1. Fui a un colegio escolapio en mi infancia y adolescencia, aprendí a entender la sociedad y la religión de una forma que me permitía poner en entredicho sus propias enseñanzas. Mi agradecimiento por esa formación humanista que aun me acompaña.
      Saludos.

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    2. En los Escolapios estuve desde los 8 años hasta los 16, fueron todos los años 60, época en la que se casaron gran cantidad de curas; otros, auténticos carcas, generaban auténtico terror al tiempo que daban "hostias" como panes; no voy a negar que posiblemente aquellos que se salieron, fueron los que me hicieron amar la poesía de Machado y de mi paisano Federico García Lorca, autores proscritos en esa época.
      ¿Formación humanista en la iglesia de los años 60?, pos bueno.

      Saludos

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    3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    4. Vaya, vaya, Emilio ni meter las manos en los bolsillos. Señal que ellos si las metían.
      Un saludo.

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    5. Desde luego Emilio que experiencias no te faltan, con 8 años de internamiento. Menos mal que como dices también los hubo que te hicieron amar la poesía. Un abrazo.
      No entiendo lo que me está pasando con tus comentarios y los de Alfred que aparecen dos veces.

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  2. Hay historias de too tipo en el trato de curas y acólitos, pero esta es muy condenable.
    Un abrazo.

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    1. Así es Alfred, hay formas de pegar y a veces se perdía la cordura. Tu experiencia con los escolapios te sirvió para entender la religión humanisticamente que es como se ha de entender.
      Como ves tus comentarios están separados y no sé por que. Abrazo grande.

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  3. Didáctico texto. Me hizo recordar al Lazarillo de Thormes, y sus aventuras a la lado de los curas. Un abrazo. Carlos

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    1. Sí, Carlos, el Lazarillo nos enseñó a entender muchos "milagros" y lo poco que se respetaba a los niños. Abrazos.

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  4. odio todo lo que tenga que ver con curas y monaguillos! ja... en fin...

    el relato muy bueno y la imagen con la frase primera también...

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    1. Es mejor no odiar JLO, pero eso no quita que se critique su actuación. Saludos.

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  5. Nunca fui a colegio religioso, pero tu texto refleja una realidad que se vivía en muchos colegios.

    Besos.

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    1. Yo tampoco, pero mis hermanos y primos fueron monaguillos en el pueblo muchos años. Un beso.

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  6. Y posiblemente al sacerdote se le llenaría después la boca hablando del perdón cristiano. Un hecho condenable cien por cien, pero viniendo de un cura,...con lo que predican...¡mucho peor! Un abrazo.

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    1. Así es Rita, viniendo de donde viene aunque era una costumbre a veces se ensañaban y predicaban lo contrario. Un beso.

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  7. La ira es un pecado, robar tambien y eran otros tiempos si hablamos de reales. Un abrazo

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    1. Pues sí Ester, en estos tiempos jamás se consentiría algo así, pero entonces además siempre se les daba la razón tanto a los curas como a los maestros que se pasaban. Un beso.

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  8. En tiempos de los reales pegaba todo el mundo, pegaban los padres,los curas, los guardias y los maestros, era lo que había.
    Un abrazo.

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    1. Toda la razón Helio, pero hay casos que un niño jamás olvida. Abrazos.

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  9. El pequeño debería no volver a ser monaguillo. Y también no volver a misa, si le es posible esa opción.
    Ira es lo que puede despertar esa muestra de violencia.
    Un abrazo.

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    1. No lo volvió a ser, Demiurgo, pero a misa y a confesar su pecado tuvo que volver, por eso no lo ha olvidado. Saludos.

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  10. No se como el cura se entero ya que en aquellos tiempos los templos estaban repletos y encima oficiaban de espaldas al pueblo.
    Yo fui monaguillo pero ya oficiaban de frente, mas de una vez pase el cestillo.

    Saludos.

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    1. Tomás, la norma la dio el Vaticano II al finalizar en 1965 y creo que convivió con los dos reales en un formato más pequeño con orificio. De todas maneras no deja de ser una expresión. Un abrazo.

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  11. No hay placer mayor que atacar a quien no puede defenderse dirán los cobardes y los curas.

    Saludos,

    J.

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    1. José me consuela pensar que los que se pasaban eran una minoría. Un saludo.

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  12. Desde luego ese cura no aplica lo que seguro predica del perdón, me molesta la hipocresía y el abuso de poder. Igual hubiera estado bien preguntar al muchacho qué le pasaba en lugar de ponerse como un energúmeno.
    Besos

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    1. Algunos no aplican lo que predican Conxita, decisiones había, pero tomó la peor. Un beso.

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  13. Pobrecito. Es muy estremecedora historia, tan bien narrada que hasta a mí me dolió esa paliza.
    Un abrazo.

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    1. Sara, duele mucho cuando alguien recuerda algo que le traumatizó,por años que hayan pasado. A mí me dolió escucharlo. Un beso.

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  14. Nunca vi esa violencia, si bien no niego que se diese en ciertos ambientes geográficos... Estudié en los Hermanos de La Salle, entre otros.

    Hoy no sería posible pues a parte de haber cambiado la mentalidad, de todos, los garrotazos que el padre del chico le daría, "en privado", serían la respuesta.

    Abrazo.

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    1. Me alegro por ti Ernesto. Yo no olvido al marido de la maestra, que alguna vez la sustituía, cuando lo vi dar con el hierro de la estufa a una amiga mía en la escuela.
      Desde luego hoy no sería posible.
      No recuerda que en casa le castigaran más pero del cura jamás se olvidó.
      Un abrazo.

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  16. De aquellos tiempos que yo también viví recuerdo que los niños en la escuela le gastábamos muchas bromas al maestro y éste se enfadaba mucho. Al que pillaba le daba con una vara hasta que a veces se rompía y el chico tenía que traerle otra para reponer la rota.

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  17. Sí Enrique a veces los maestros y maestras se pasaban con los castigos y nada de decirlo en casa porque era peor. Saludos.

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