Llegó la vendimia. Con ella, vienen a mi mente de sombra los recuerdos de niños y la gran importancia que se le daba. Hoy pocas familias en el pueblo tienen viñas, pero la mayoría de ellas las tenían, excepto nuestra familia que carecía de viñas y las añorábamos. En alguna ocasión lo he mencionado.
Esta anécdota ocurrió siendo los protagonistas mis dos hermanos pequeños. Tendrían 8 y 7 años respectivamente. Un día poco, antes de la vendimia, se le ocurrió una gran idea. Ir a robar uvas. Supongo que primero comerían algunas y luego con una jaula llena, atada a la bicicleta, se fueron a recorrer el pueblo picando en las puertas de los vecinos para tratar de venderles uvas.
Lógicamente a la tercera casa que llamaron se presentó el guarda, avisados por los vecinos que sabían de dónde procedían las uvas que ofrecían. Además de hacerle devolver la mercancía a su dueño, mis padres tuvieron que pagar una multa de siete pesetas que era una cantidad no despreciable para aquellos años.
Para más Inri, el guarda era tío nuestro. Así que, la primera multa fueron un par de bofetadas a cada uno por parte del guarda que asumieron mis dos hermanos sin rechistar.
Algo duro fue el castigo teniendo en cuenta las edades, pero iba con los tiempos: "La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política" Abraham Lincoln.
¿Volvieron a coger uvas?, a lo mejor un par de hostias no vinieron mal. Si, ya se, no es correcto decir esto, hoy te pueden acusar de maltrato.
ResponderEliminarSaludos
Emilio, efectivo fue el castigo, sin duda.
EliminarHoy denuncia segura. Un saludo.
Correr delante de un campesino airado, tenía su qué, una gran dosis de adrenalina y un botín de almendras, cerezas, melocotones, etc. Pero no hacíamos negocio con ello.
ResponderEliminarBesos.
Alfred, desde luego yo también he robado fruta de chica. La ingenuidad de mis hermanos ir a vender a quien las tenía.
Eliminar¡Menudo negocio!
Un abrazo.
Justo hoy platicaba con una amiga que de niños cualquier adulto nos podía reprender cuando hacíamos algo mal y nosotros no rechistábamos. Incluso hoy todavía lo agradecemos. En cambio los niños hoy, nadie los educa y por eso están desenfrenados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sara, yo creo que hemos pasado de extremo a extremo, ni lo de antes ni lo de ahora.
EliminarUn beso.
Hola Mara, pobrecillos tus hermanos, tuvieron una mala idea y les salió mal, yo creo que de pequeños todos hemos cogido alguna fruta de los arboles y que miedo luego saliendo corriendo:).
ResponderEliminarBesos.
Así era Piruja. Una chiquillada que todos hemos cometido.
EliminarAbrazos.
Me ha gustado mucho leer lo bandido que era mi padre.....
ResponderEliminarJa, ja, ja. Desde luego un gran bandido. Y no ha aprendido porque el otro día lo pillé robando uvas en mi viña, je, je.
EliminarBeso grande.
Si lo hicieran hoy, de seguro acabarían linchados por la gente del pueblo. Familiares incluidos.
ResponderEliminarSaludos,
J.
No creo José. Son buena gente. Además, hoy hay viñas, en mi pueblo que no se vendimian porque son de personas mayores.
EliminarUn saludo.
Ir a coger un racimo de uvas o unas piezas de fruta es algo que siendo niños en el pueblo siempre se hizo, pero ir vendiendo como tus hermanos no recuerdo.
ResponderEliminarUn día hablando de este tipo de fechorías una chica nos conto lo que la ocurrió a ella con su grupo, que fueron a por unas piezas de fruta con las bicicletas y al ver al dueño marcharon sin las bicicletas claro luego tuvieron que ir a por ellas a su casa.
Saludos.
Eran unos ingenuos, a quién se le ocurre ir por el pueblo cuando todo el mundo tenía uvas menos ellos.
EliminarImagino la cara de las chicas ante el dueño de la viña.
Un saludo.
Eran tiempos que los guardas tenian la mano muy ligera y si era su tio peor aun. La multa se la podia haber ahorrado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, mi tío era muy recto. Además querría quedar bien ante el pueblo con multa y todo.
EliminarAbrazos.
Por esos tiempos, nunca se escapaba a un duro castigo. Qué cuentos de protección al menor. Pero no era justo, sin embargo dura es la ley, pero es la ley. Por eso, no extraña que la ley a veces sea injusta e inhumana. De ahí, las rebeldías contra leyes injustas, y esa figura de la objeción de conciencia. Un abrazo.
ResponderEliminarCarlos
Así era Carlos. Y eran muy efectivos. Yo creo que los dos extremos son viciosos. Un abrazo.
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