¡Yo soy!
Mi peluquera me sorprende observando a la pareja de patos.
_¿Sabes que hace unos días tuve un pequeño accidente? _me cuenta_ fue un rasponazo. Dejé el coche junto al taller y por la mañana me avisan que mi coche está para el desgüace junto con otros cinco aparcados junto al mío. Gracias a que una conductora que lo vio, cogió la matrícula y pudimos localizarle. Un hombre con varias copas de más se los llevó por delante. ¡Encima sin seguro y se declara insolvente el tío, con 40 tacos!
_Me alegro de que le hubieras podido denunciar.
_¡Ni te imaginas lo que me ocurrió ayer con una clienta habitual! _añade mi peinadora_ ella es de Armunia y el "susodicho" también. Así que le entregué la denuncia con los datos personales a la vez que le dije: ¡Mira de Armunia, el muy sinvergüenza, alomejor lo conoces!. Ella leyó nombre y apellidos y rápidamente me contestó: ¡No, no le conozco!
_Pues Armunia no es tan grande _comentó mi sombra.
_¡Espera que ahora viene lo mejor! _siguió mi peinadora_ esta mañana se presentó la clienta con su marido. ¡Venían a pedirme disculpas! porque tarde o temprano me iba a enterar. ¡El sinvergüenza, era su hijo! ¡Si me pinchan no echo ni una gota de sangre!
Reímos juntas. También los padres estuvieron de acuerdo con el apelativo de sinvergüenza.
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