domingo, 1 de febrero de 2009

El organista







¡Yo soy!



Él estaba ahí, en pleno Paseo de La Condesa. Mi sombra le miraba mientras los copos de nieve caían sobre los dos. Sus manos seguían tocando bajo el plástico. La gente al pasar le echaban monedas. Le eché dos. No me dio lástima, aunque quizás estaba allí para darla. ¡Los músicos nunca están sólos! ¡La música es su aliada, su atadura, su libertad...su compañera y la nuestra! De vez en cuando se ponía de pie, frotaba sus manos y volvía a sentarse. Su música era ligera, pero pocos la escuchaban. Caminaban deprisa. Mientras... los copos seguían cayendo.

Quedé allí parada, como un papamoscas. Pasó el tiempo. Seguía nevando. ¡Por fin! Se levantó, recogió sus bártulos y se fue despacio. ¿Hacia dónde? Sólo se fue con la música a otra parte. ¿Quizás para él la música es un trabajo?


"Muchas fuentes no están de acuerdo con su curso" de Jean Cocteau.




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