jueves, 18 de noviembre de 2010

¡Ataque de Pánico!



¡Yo soy!








 Ha puesto una tienda de jamones en el barrio. Es un hombre que según cuentan ha dado más de un "sablazo" a sus proveedores. Mi sombra lo ve como un cincuentón de pelo blanco con aires de cuarentón de gimnasio.

Estamos en el mismo bar. Hace rato que mi sombra "cotilla" le observa con su camisa roja chillona con bordados varios y sus vaqueros ajustados. El pelo en punta parece que se le eriza más y más a medida que discute con un joven negro de poco más de veinte años. Me comentan que no hace mucho que se lo trajo de Madrid y vive con él como si fuera un hijo.

 Me pregunto: ¿No será como un esclavo? Le grita, le recrimina, le insulta... El negro calla y no rechista como un cordero asustado. Han salido del bar y la discusión sigue a las puertas, como observo a través de los cristales.

De nuevo entran los dos en el recinto. El jamonero se va despotricando a la barra. El joven se sienta en una mesa y comienza a rugir como una fiera enjaulada. Se hace el silencio. ¡Sólo se oye su rugido! Se levanta, el primer puñetazo sobre la mesa de mármol verde de un grosor considerable abre en ella una brecha. Ahora lanza una silla y empuja otra mesa.

Tres hombres van hacia él, lo tumban en el suelo, ya son cuatro los que a duras penas le aprisionan sobre el terrazo. La policía local aparece, tras ella una ambulancia. El rugido va cediendo. Es un ataque de Ansiedad _se oye comentar.

 Ahora, se acerca el "padre" que hace unos momentos le increpaba. ¡Lo abraza y lo besa! Lo llevan a una silla, lo sientan y una mujer policía le pregunta si ya está más tranquilo. Se lo llevan.

El de la camisa roja se pone a jugar a una de las máquinas. El dueño del bar, se acerca, le pregunta qué pasó, por qué se puso así el chico. Se encoge de hombros. Sigue jugando.

Pasa más de una hora. ¡Por fin el premio! Casi trescientos euros. El que vende jamón, invita a dos hombres que están en la barra y beben tranquilos.


 Mi sombra sigue pensando en el joven de color: "El lobo devora al cordero en la oscuridad de la noche, pero las manchas de sangre subsisten para acusarlo al día siguiente" de Khalil Gibran




2 comentarios:

  1. Ay, ay, ay que esto no me huele muy bien...
    Un saludo Mara. Y "al loro" con el jamonero.

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  2. A mí desde luego me dejó un nudo en la garganta. Un abrazo.

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