miércoles, 23 de febrero de 2011

Las Cenizas de Alba (1)







¡Yo soy!









Desde los primeros meses, la pequeña Alba, frecuentemente estaba enferma.

Su infancia estuvo llena de continuas visitas al médico a pesar de su aspecto saludable. También en su adolescencia tuvo problemas de salud. Ya en su juventud, mientras realizaba un curso de "Peluquería y esteticien" sintiéndose bella por fuera, supo que nunca podría ser madre y su tristeza se interiorizó.

Se casó con un hombre bastante mayor que ella y comenzaron una vida juntos en la capital sin problema económico alguno.

Pasado un tiempo regresaron sus ataques de ansiedad, no recordaba cuando había sido el primero. Medicamentos y más medicamentos. Entró en una depresión. Medicinas y más medicinas. Médicos, psicólogos... El spiquiatra al que iba dos veces por semana, pronunció la palabra: "bipolaridad". ¡Más y más pastillas!

Por la mañana podía con su cuerpo. Por la tarde se acurrucaba en el sofá y sus fuerzas se evaporaban. Le regalaron un perrito para que se obligara a salir y algunos días paseaba con él.

El día que murió su abuelo, al que adoraba, tuvieron que ingresarla y lidiar con uno de sus peores ataques. ¡Sus padres y su marido sufrían por ella! Tenía 28 años. Era organizada en su trabajo de ama de casa y responsable a la hora de cumplir con las tomas de medicamentos para su tratamiento. 

Un frío día de diciembre su esposo regresó del trabajo sobre las cinco de la tarde. Ella le dijo que no había sacado al perro, que lo hiciera él. Cuando llegó con el chucho,  le pidió que fuera a visitar a sus padres que residen en un pueblo cercano. Él cogió el coche y se puso en camino. Encendió la radio pero la quitó en seguida mientras se decía:

_No es fin de semana, me ha pedido que venga a ver a mis padres un martes, no sacó al perro. La mente se le iluminó. Hizo un giro brusco en mitad de la carretera y tomó el camino de regreso. El ascensor hasta el cuarto piso del edificio cercano al Arco de la Cárcel, subía rápido, pero a él le pareció que subía lentísimo. Empujó la puerta del ascensor, introdujo la llave en la cerradura del ático que compartían y entró con el corazón en un puño.

Ella yacía apenas sin pulso, al pie del sofá. A su lado vacío, un tubo de pastillas. La ambulancia la trasladó a la UCI. Pasó tres días en coma. ¡Por fin parecía que salía de él!  Los médicos dejaron entrar a su padre y a su esposo en la estancia. Abrió los ojos, los miró y volvió al coma. Despertó de nuevo a los tres días.

Sus padres se la llevaron a su residencia en la capital maragata, para que se repusiera. Parecía tranquila. Pasó un mes y medio y regresó a su piso de León, aparentemente recuperada.

Aquel día de febrero de hace cuatro años...

Alba se levantó, limpió, planchó, preparó una ensalada... llamó a su marido, se despidió de él, abrió la puerta de la terraza y se lanzó al vacío.


Para su madre, que me considera su amiga, el mes más corto del año, se le hace largo, muy largo. Mi sombra siente su dolor:  "Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado" de Napoleón.




4 comentarios:

  1. Me ha recordado, en cierto modo, a la casa de Alba ;)

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  2. ¡Esta epoca del año es muy triste! ¡Tremendo!

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  3. Será por el nombre, Minipunk, aquí es lo único que no es real. Un saludo.

    Abracines, Irma.

    No lo sé, J.Carlos, otros dicen que es el otoño. Es la vida sin vida. Saludos.

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