Apareció un técnico que le dio todo tipo de datos: nombre, dirección, empresa...que dijo venir a cambiar las gomas del gas butano.
La mujer ya mayor, confió, le dejó pasar y le dejó hacer. le cambió las gomas del circuito, le puso una llave y hasta le cambió la rejilla del respiradero. Se entretuvo un buen rato. ¡Todo por su sueldo íntegro del mes! que era lo que tenía en casa.
_Menos mal que acababa de cobrar, sino no hubiera tenido para pagarle. !Me pareció muy caro! aunque pusiera la llave y la rejilla_contaba la anciana a su hija que no daba crédito. Nada más escuchar a su progenitora, la puso en movimiento para que inmediatamente denunciara ante la policía.
_¡Le han tomado el pelo madre!
Al oír el nombre dado por el técnico, la policía confirmó que era un sujeto muy conocido en la Comisaría por hechos similares. La animaron a denunciar sin muchas esperanzas de conseguir algo.
Unos días después su abogado llamó por teléfono:
_¿Ha guardado usted las gomas viejas? Por suerte ella nunca tiraba nada y allí, a un lado del receptáculo de la bombona, tenía las gomas que habían sido intercambiadas por otras nuevas. Las viejas gomas, que como se demostró, no eran tan viejas, fueron una gran prueba en el juicio para devolverle su dinero. Al falso técnico hasta ahora le habían salido bien los engaños. Había trabajado en ello varios años y lo habían despedido por ir por libre. Pero esta vez no reparó en que los mayores no suelen tirar nada. En este caso, la mujer, había guardado las pruebas que le permitieron recobrar su dinero..
Parecía que todo estaba en regla: "Más daño originan al mundo las apariencias de la verdad que la verdad misma" François de La Rochefoucauld.
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