martes, 14 de enero de 2014

¡No era culpa de Crohn!





   Telvi, que aún no ha cumplido los 40 años, llegó a la consulta con fuertes dolores abdominales, fatiga y diarrea. Le diagnosticaron la enfermedad de Crohn. Una enfermedad crónica, de origen desconocido para la que se ha de seguir un tratamiento de por vida. Cuando hablaba de ella decía: "También el mago, Dynamo, la sufre" y parecía que le sirvía de consuelo. 

Hace unos días a Telvi le salieron unos granitos por el cuello.  El doctor le cambió el tratamiento para su enfermedad por otro, temiendo que éste fuera el origen de su sarpullido. Pasaron tres semanas y los granitos se extendieron por pecho y espalada mientras los picores iban en aumento. Fue al dermatólogo de la Seguridad Social que después de observar su cuerpo le puso un tratamiento que tampoco surtió efecto alguno. 

En sus piernas y brazos iba aumentando el sarpullido, ya casi cubría todo su cuerpo y el picor era desesperante. Decidió ir de pago a la consulta de una doctora que le recomendaron de onerosa factura,   pero muy efectiva, según su clientela. 

Entró en la consulta. La doctora miró su cuello, pecho, espalda, brazos, piernas... y le hizo una pregunta: 

_¿Le pica la cabeza?

_¿La cabeza? Preguntó a su vez la enferma, pues... ¡Todo, es que me pica todo!

La doctora miró su cuero cabelludo detrás de las orejas y sentenció: ¡Piojos! ¡Tiene piojos y es alérgica a ellos!  ¡Fin de la consulta!

Telvi no se lo podía creer, tantos días de sufrimiento, de angustia pensando en un empeoramiento de su enfermedad y... ¡Era alérgica a los piojos! A esos bichos que tan sólo había visto en los libros. Llegó a casa sonriente y feliz, aunque lo cuenta algo avergonzada. ¡A mi edad y soy una piojosa!


 La equivocación de varios profesionales no acabó con la paciencia de la paciente: "Los males que no tienen fuerza para acabar la vida, no la han de tener para acabar la paciencia" de Cervantes.




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