Yady es cubana, casada y con dos hijos. Reside en Asturias desde hace más de veinte años. Trabaja de administrativa y también cocina. Su vida transcurría con normalidad hasta que un primo suyo que vivía en Miami con un altísimo nivel económico, visitó Oviedo con su familia: la madre dos hijas y la suegra.
Jady y su marido les agasajaron muy bien saliendo de bares con ellos y visitando lugares tradicionales. Les gustó tanto Asturias y la vida de los españoles, siempre en la calle socializando día tras día que el primo decidió venirse a vivir a España con toda la familia.
En Oviedo, el primo cubano, compró un casoplón a las afueras y allí se instalaron. Cada semana, el primo viajaba a Miami para atender sus negocios. A Jady le regaló un coche de alta gama y todo parecía ir sobre ruedas, nunca mejor dicho.
A medida que pasaban los meses a Jady la llamaban de la mansión constantemente para que les cocinara platos cubanos, para que les acercara al centro, para realizar varios trámites... Era tal el atosigamiento y agobio que lo que Jady comenzó a hacer con gusto la tenía en ascuas temiendo una llamada que llegaba si o sí para que se pusiera a disposición de la familia de su primo. Con su trabajo, su marido, sus dos hijos... No dormía pensando en el mucho tiempo que tenía que dedicar a la familia cubana por una causa o por otra.
Pasados unos meses, a la hija mayor de su primo, a punto de entrar en la universidad, ya no le gustaba Asturias y su forma de vida. La hija pequeña, sin embargo estaba encantada en su colegio con sus amigas españolas.
Pasó poco más de un año y llegaron las navidades. Todos acudieron a casa de Jady que parecía que su obligación era ser la anfitriona de la familia de su primo. No se sabe cómo empezaron las quejas. El marido de Jady se lamentó que apenas salían con sus amigos y conocidos. Sus hijos comentaron que casi no veían a su madre porque el poco tiempo libre que tenía, muy a menudo, la llamaban para que se acercara a la mansión a fin de solucionar algún problema. Las alegaciones y argumentos de los de Miami también fueron subiendo de tono y todo terminó como "el Rosario de la Aurora".
Jady y su familia de Miami ya no se hablan. No tiene noticias del cubano ni de su familia y por ahora vive más tranquila.
Demasiada confianza: “No des a nadie lo que te pida, sino lo que entiendas que necesita; y soporta luego la ingratitud” de Miguel de Unamuno.
Es aquelo de...que les echas una mano y se toman el brazo entero.
ResponderEliminarBesos.
Alfred, aquí decimos: "Le das la mano y te toman el pie"
EliminarAbrazos.
Buena historia , con una gran moraleja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias. Un abrazo.
EliminarBonita historia la que nos traes al parecer los familiares al disponer de un estatus social elevado parecían creer les debía atender en todo lo que necesitaban.
ResponderEliminarUna gran sentencia de Unamuno como colofón.
Saludos.
Sí, Tomás, yo también lo creo. Sí, la frase la vi muy acertada.
EliminarUn saludo.
Y mi abuela decía. no presumas de que sabes hacer una cosa,. Bien por la familia que logro liberarse de los de Miami. Un abrazo
ResponderEliminarPues tenía razón tu abuela Ester, porque mi madre sabía hacer muchas cosas y todo el mundo le pedía favores y eso que ella no presumía.
EliminarUn beso.
¡Siempre hay sinvergüenzas que se aprovechan de la buena voluntad de otros!
ResponderEliminarSalu2.
Así es Dyhego no les basta con el buen recibimiento y encima exigen.
EliminarUn saludo.
Eres grandiosa, amo todo lo que escribes, abrazo
ResponderEliminarMil gracias Mucha a mí también me encanta como escribes.
EliminarMuchos besos.
Como decimos por aquí "mas vale una vez colorado que ciento amarillo" es mas o menos lo mismo que decia Unamuno.
ResponderEliminarSaludos
Pues Unamuno tenía mucha razón Emilio me encanta su frase y lo que se dice en la calle suele tener mucha razón.
EliminarUn saludo.
A veces das la mano y te agarran hasta el codo..
ResponderEliminarBesos
Sí, Norma, así ocurrió en este caso.
EliminarUn beso.
Nunca hay que dar lo que se sabe que no se recibirá de regreso. Para evitarme este tipo de problemas es que nunca doy nada.
ResponderEliminarSaludos,
J.
José, yo si sé que no se me va a devolver sí lo doy porque ya conozco el final, pero una vez no una, dos, tres...
EliminarUn saludo.
Los primos eran unos abusones, pero si tan alto nivel económico tenían, que se hubieran traído una criada de Cuba.
ResponderEliminarAbrazos Mara.
Unos abusones de cuidado. No, si criada sí tenían, pero se ve que se creían en la obligación de seguir exigiendo.
ResponderEliminarUn abrazo grande Conchi.
Muy interesante relato sobre estos familiares de Miami que, por el simple hecho de ser económicamente pudientes, ya se creían capaces de esclavizar a sus parientes, en este caso a Yadi.
ResponderEliminarYa es casualidad, pero soy de Oviedo y vivo allí, y el chalet de la foto me parece conocerlo (quizá me equivoque), pero se parece mucho a uno que hay, próximo a otro similar, en una gran finca pasado el cementerio de Oviedo, en San Esteban de las Cruces, ¿será? Saludos cordiales.
Gracias por tu comentario Mayte.
ResponderEliminarEl chalet de la foto lo saqué de Google, espero que no sea el de la familia sobre la que escribí.
El nombre de la protagonista también lo he cambiado siempre lo hago.
Un saludo.