¡Yo soy!
Se acercaba a los cuarenta. Varias relaciones que ella creía serias, se torcían. Su última pareja ya era padre y no quería más hijos ni más obligaciones.
Ella quería un hij@. Se le estaba pasando el arroz y tomó una drástica decisión.
¡Adoptaría! Su profesión de funcionaria se lo permitía. Decidió adoptar un niño o una niña, le daba igual. Su mayor deseo era ser madre.
Una amiga había adoptado un niño en Croacia. Se informó e hizo la solicitud. Pasaron dos años de trámites y viajes. Por fin, le concedieron la adopción de una niña.
Cuando fue a Croacia a por su hija le esperaba una gran sorpresa. Allí mismo, en aquel orfanato había una hermana gemela de la pequeña que ella adoptaba.
_¿Cómo las voy a separar? _se dijo.
Nuevos trámites y algo de tiempo pero lo consiguió. ¡¡Adoptó a las dos!! Hoy es una madre feliz y realizada. ¡Nunca se ha arrepentido de ser el padre y la madre de dos niñas, condenadas a vivir en un orfelinato!
Mi sombra pensando en ella reflexiona: "El secreto de la felicidad, no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace" de Tolstói.
¡Qué bonito!
ResponderEliminarBesines para esa sombra, Irma.-
¿Verdad que sí? Ser madre no es sólo parir a los hijos. Abrazote.
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