¡Yo soy!
Tu pelo se enreda entre varias manos. Pequeñas o grandes ¡Qué importa el tamaño.
Tu frente se arruga con muecas de agrado. Tus ojos me miran, los siento mirando.
Tu nariz absorbe todos los olores: de aromas de leche, pañales y llantos pasando por humos, sudores, perfumes y encantos.
Tu boca está hecha de risas y besos. Tu cara una nube de algodón muy blanco o quizás de ébano, no lo tengo claro. A veces se enoja, las más, animando.
Tu cuello una almohada de raso brillante. Tus pechos, aunque no tan firmes, están relajados y siempre dispuestos a saciar el hambre.
Tus brazos abiertos nos cubren de abrazos. Tu vientre muy blando, nido de bufandas que acogen y arropan. Tus piernas dobladas ante nuestros lechos, sean cunas o camas.
Tus pies dispuestos a ir y venir. A veces muy cerca, otras alejados, pero los sentimos siempre a nuestro lado.
Mi sombra lo sabe, desde aquellos tiempos que junto a la lumbre nos contabas cuentos, que cuando te fueras... Madre, ella te iba a echar muchísimo de menos.
"Madres: sois vosotras las que tenéis en vuestras manos la salvación del mundo" de León Tolstoi.
Precioso, me ha encantado, que suerte tenerte a ti como madre, espero que no faltes nunca, y que sigas contando cuentos a todos los pequenietos, muchos besos
ResponderEliminarGracias peque, seguiré contando cuentos. ¡Cómo no con la afición que tienen! Besotes.
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