¡¡Maquíllate!!

¡Yo soy!

Cuando mi sombra llegó a la SAPHIL en Ripoll, la impresión que recibió no fue muy buena.

Nada más aparcar el autobús que nos llevaba, salieron corriendo varias chicas de la fábrica que venían a saludarnos alegres y contentas. Su aspecto, con sus batas verdes de trabajo, algunas sucias de grasa, a punto estuvieron de hacernos regresar a nuestra tierra en el mismo autobús que nos había llevado hasta Cataluña. ¿Dónde nos habíamos metido? Nos preguntamos más de una.

Al llegar a la Residencia, pudimos cambiar de opinión. Todo estaba limpio y ordenado. Pronto comprobé que se exigía cuidar el aspecto exterior. A veces se pasaban un pelín.

Como el día que a Estela, que era muy morena, se le ocurrió aclarar el pelo con agua oxigenada:

_¡Vete inmediatamente a quitarte ese color de pelo o cúbrelo con algo! _le espetó la directora.

_Pues Rosi lo lleva así y nunca le has dicho nada _replicó la recriminada.

_A Rosi le queda muy bien ese color, a ti fatal.

Unos días más tarde fue Rosi la que recibió la bronca:

_¡Sube rápidamente a maquillarte! ¡Cambias tanto que no pareces la misma!  !No quiero verte ni un sólo día sin maquillar!

Mi sombra está de acuerdo en la importancia de estar bella. Ya lo dijo Alejandro Casona: "La belleza es la otra forma de la verdad". Pero... con 18 y 19 años, diariamente maquillada...