¡Yo soy!
Varias personas nos encontramos en la cafetería "La Ova".
Entra un anciano y después de tomar su consumición, la abona. El dueño del bar le trae la vuelta de su dinero. Al recoger las monedas del platito, el consumidor dice:
_Mire señor, yo le he dado a usted un billete de 50 € y usted me da la vuelta de 10 €. El regente del bar le dice que no le ha dado tal billete. Le enseña la caja registradora y en ella no hay ningún billete de 50 €. El señor mayor sale del bar y al rato vuelve a entrar en él e insiste:
_Mire usted bien que yo le di un billete de 50 € que me acaba de dar mi mujer y yo sólo he sacado la cartera aquí. El dueño de "La Ova" le dice que nunca le ha dado un billete de ese valor.
Nuevamente se va el viejo y a los diez minutos regresa de nuevo al bar. Se oyen comentarios por lo bajo: "Ahí está otra vez el viejo". "Ahí viene el mayor con lo del billete". A estas alturas alguno ya había tomado parte en favor o en contra de uno u otro hombre. De nuevo habla el de la tercera edad:
_Estoy seguro, mire por el suelo si se le cayó. Yo, mire _le enseña la cartera y le muestra el dinero_ aquí tengo un billete de 5 € y el de 50 € estaba aquí delante de éste. En ese momento el dueño del bar le interrumpe:
_¡¡Ahí, ahí está!! Detrás de ése, mire usted detrás, ahí tiene usted su billete _mientras respiraba sonoramente como quitándose un peso de encima..
Efectivamente, allí, detrás del billete de pequeño valor, estaba el de 50 € . El abuelo no sabía como disculparse:
_Perdone usted, yo estaba seguro...
¡Por fin, todo el bar respiró tranquilo! Sobre todo su dueño, que ya veía que más de un parroquiano le miraba inquisitoriamente.
Mi sombra mantenía la balanza en suspense: "Lo único incondicionalmente bueno es la buena voluntad" de Immanuel Kant.
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