A nuestros mayores se les escucha poco. Lo he comprobado más de una vez. Es verdad que la mayoría de las veces nos repiten diez veces la misma historia pero...
Si te sientas al lado de una anciana y saludas con un "buenos días" o un "buenas tardes" al momento ya te comienza a contar cosas de su vida. Es como una necesidad y una terapia a la vez. Escucho con interés:
_Teníamos dos bueyes de 700 kg cada uno. Con uno araba mi marido y con el otro mi hijo. ¡De maravilla con ellos! Decidimos quitar los bueyes y dejar la sementera a nuestro hijo que quería seguir con ella. Nosotros, a punto de jubilarnos, ya habíamos trabajado bastante. (Hace una pausa para continuar a intervalos, no la interrumpo en ningún momento).
_A los ocho días de quitar los bueyes, cayó enfermo mi marido y en otros ocho días el cáncer se lo llevó. Un cáncer de ahí abajo, hija, de "pito". Orinaba y me decía: ¿Oriné mucho verdad? y yo le decía:
_ Sí hijo sí, orinaste mucho. ¡Nada! Era todo sangre y no se podía operar, sólo calmantes para el dolor. En ocho días me quedé sola.
_Al ser viuda más de uno me dice: Aún eres joven mira yo ya voy por la segunda. Siempre contesto:
_Tú vete a por la cuarta o la quinta que a mí lo que tocó mi marido no lo vuelve a tocar nadie _mi sombra sonríe y ella continúa_ Algunas mujeres me dicen que hago bien, porque más de uno vendrá por mi dinero. La verdad es que hicimos un capital y me quedó una paga regular porque por mí cotizaron desde chica.
_En el pueblo tengo una tumba para seis personas. Sólo está él allí. ¡Qué se le va a hacer! Cuando podíamos disfrutar de la vida...
Alguien dijo: "Si esperas a jubilarte para disfrutar de la vida, esperaste demasiado tiempo"
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