Su perro de caza ya estaba viejo y quería deshacerse de él. Primero pensó en colgarlo pero le daba lástima porque eran muchos años de fidelidad del animal. Luego optó por pegarle un tiro:
_¡No tengo cojones para hacerlo!
Entonces decidió pedirle a un conocido suyo, también cazador, que matara al animal. Pensaba que un tiro sería lo más rápido para que su fiel perro no sufriera.
El compañero al principio se negó a hacer "el trabajo". El dueño del can, le recordó que le debía más de un favor. y el cazador se decidió a realizar el "encargo" Cuando se puso ante el animal con la escopeta cargada y miró aquellos nobles ojos, no podía apartar los suyos de los del condenado. El amo le gritaba:
_¡Dispara, dispara de una vez!
Y... lo hizo pero erró el tiro certero y tuvo que re-matarlo con otro.
_¡Qué te jodan! Espetó el mercenario dirigiéndose al dueño del ajusticiado. Éste, más animal que su perro, cogió con calma al que había sido su fiel acompañante, lo metió en un saco y se lo llevó para enterrarlo.
El "mataperros" tiró a un lado su apreciada escopeta y se apartó junto a la tapia para vomitar mascullando:
_¡¡En la puta vida volveré a hacer algo parecido!! Me hablaba con los ojos mientras le apuntaba. ¡Mierda, esto no se me quitará de la retina mientras viva!
Mi sombra desearía que los animales gritaran palabras: "Verdaderamente el hombre es el rey de los animales, pues su brutalidad supera la de éstos" de Leonardo da Vinci.
Parece increíble que podamos hacer "esto".
ResponderEliminarSaludos
Y multiplicamos esto con lo que pasa en los mataderos, y a los cerdos, pobres gochos que tienen la misma inteligencia que los perros y delfines. Me hace temblar.
ResponderEliminarBesos
Increíble pero cierto Fonsado. Saludos.
ResponderEliminarNo quiero ni pensarlo porque no podría dormir, Freckled. Un abrazo.