Hay dichos que nunca sabremos de donde vienen pero se hacen tradición al repetirlos. Así recuerdo que mi madre si mis hermanos o yo nos andábamos hurgando la nariz nos decía: "Deja la nariz que se te van a hacer unas porras como las del ti Pedrón". Nunca supe quién era el ti Pedrón.
Cuando nos abrochábamos mal la chaqueta y quedaba un lado más largo que otro afirmaba: Tú como decía el otro "Corta aquí Juana" y claro se la volvía a abotonar y sobraba por el otro lado y repetía: "Corta aquí Juana" y así hasta que se quedó sin chaqueta. Seguro que ni ella misma sabía quien era el autor de la frase, que suponíamos sería del marido de la tal Juana.
También cuando nos limpiábamos con la manga nos sentenciaba: "No te limpies con la manga que van a parecer las mangas de D. Domingo Barros" y nunca nos dijo quien era ese tal D. Domingo Barros con nombre y apellido si es que lo sabía.
Así, cuando mi sombra tenía nueve o diez años íbamos por el pueblo a "correr los Carnavales", decíamos. Y así era porque teníamos que correr. Los chicos más mayores construían un toro con cuatro palos cruzados. Le ponían unas varas de alero a los lados que curvaban para darle forma. Le colocaban una sábana encima y dos astas de vaca a los extremos de los palos de delante e iban a correr tras la chavalería. Otro chico hacía de guía del toro con un palo en la mano.
Si las niñas iban vestidas con el traje regional no iban tras ellas por temor a romperles la ropa. Pues eran trajes muy antiguos con manteos bordados y mantones de Manila que las abuelas sacaban del arca y nos los prestaban a condición de cuidarlos mucho. Pero cuando no íbamos disfrazadas iban a por nosotras y teníamos que correr.
Un Martes de Carnaval llegué a casa diciendo: Corría delante del toro pero me alcanzó y me dio un palazo en el culo ¡Ay que escacharrón! o sea ¡ay qué risa!
A raíz de esa frase que no me dejaba en muy buen lugar, cuando a alguien le pasaba algo desagradable en mi casa pero lo contaba de forma divertida riendo, se quedó el dicho. Tu como decía la otra: ¡Me dio una palazo en el culo, ay que escacharrón!
La verdad es que desde entonces tanto mi hermana como yo, procurábamos disfrazarnos de maragatas y así todo era mucho más tranquilo.
El dicho quedó en la familia muy a mi pesar: "A nadie perjudicó el haber guardado silencio" de Catón el Viejo.
Hola Mara.
ResponderEliminarCitas, en la vida de tantos, que resultan entrañables por haberlas vivido en casa o en años infantiles. Esos que dejan huella sin malicia.
Entretenido relato de frases y vivencias de un ayer al alcance de la mano.
Un abrazo.
Me gustan mucho las citas, Ernesto, es verdad que las hay para una situación y la contraria.
ResponderEliminarLa huella de lo vivido siempre queda. Saludos.
Jajajaja, vaya palabreja. Y qué valor el tuyo de correr delante de un toro. Ojú, yo ni harta de vino ;)
ResponderEliminarbesos
jaja qué palabra más chistosa!
ResponderEliminar=)))