¡Yo soy!
Una pareja sentada en el bordillo del parque de Quevedo, mira el Pináculo de la Catedral (monumento).
Mi sombra lo contempla a su lado. El joven dice:
_Podemos ir a comer un bacalao al...
_¡Ni hablar, todo menos bacalao!
_¿Por qué?
_En la Residencia S.A.P.H.I.L., me pilló una vez la directora tirando un plato de bacalao a la basura. ¡Me hizo volver a llenar el plato y comérmelo! Estaba supersalado. Según ella fue un castigo ejemplar. Yo juré no volver a comer bacalao y sigo cumpliendo el juramento.
_¿Y qué culpa tiene el bacalao?
_Ninguna. Lo peor fue enterarme más tarde de que la "dire" tampoco lo comió por la misma razón que yo.
Me alejé sombreando la frase: "Los predicadores dicen: haced lo que os digo y no lo que hago" de Juan Salden.
Mara , tu con el bacalao ,pero yo le heche un gusano de la manzana a las alubias para no comermelas y me toco comerme las judias conla carne incluida ... por listilla,jajaj aun veo la imagen del gusano en mi cuchara, un beso, angi
ResponderEliminarno leais el heche, leer eche,se me fue la H
ResponderEliminar¡Qué fuerte lo tuyo, Angi, imagino tu cara! y la de la "Susodicha" ja, ja. Abrazote.
ResponderEliminarQue fuerte lo de la comida, cuando he leido lo del gusano he pensado que no comeríamos!, pero comiamos unos filetes de caballo ! Y que me decis del famoso zumo de naranja. Un abrazo
ResponderEliminarmariabse@yahoo.se
María, a mí los filetes de caballo empanados me encantaban, debía de ser el hambre porque ahora paso bastante de la carne. Un beso.
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