domingo, 18 de mayo de 2008

En la Avenida Quevedo








¡Yo soy!











Una pareja sentada en el bordillo del parque de Quevedo, mira el Pináculo de la Catedral (monumento).

 Mi sombra lo contempla a su lado. El joven dice:

_Podemos ir a comer un bacalao al...

_¡Ni hablar, todo menos bacalao!
_¿Por qué?

_En la Residencia S.A.P.H.I.L., me pilló una vez la directora tirando un plato de bacalao a la basura. ¡Me hizo volver a llenar el plato y comérmelo! Estaba supersalado. Según ella fue un castigo ejemplar. Yo juré no volver a comer bacalao y sigo cumpliendo el juramento.

_¿Y qué culpa tiene el bacalao?

_Ninguna. Lo peor fue enterarme más tarde de que la "dire" tampoco lo comió por la misma razón que yo.



Me alejé sombreando la frase: "Los predicadores dicen: haced lo que os digo y no lo que hago" de Juan Salden.



5 comentarios:

  1. Mara , tu con el bacalao ,pero yo le heche un gusano de la manzana a las alubias para no comermelas y me toco comerme las judias conla carne incluida ... por listilla,jajaj aun veo la imagen del gusano en mi cuchara, un beso, angi

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  2. no leais el heche, leer eche,se me fue la H

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  3. ¡Qué fuerte lo tuyo, Angi, imagino tu cara! y la de la "Susodicha" ja, ja. Abrazote.

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  4. Que fuerte lo de la comida, cuando he leido lo del gusano he pensado que no comeríamos!, pero comiamos unos filetes de caballo ! Y que me decis del famoso zumo de naranja. Un abrazo
    mariabse@yahoo.se

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  5. María, a mí los filetes de caballo empanados me encantaban, debía de ser el hambre porque ahora paso bastante de la carne. Un beso.

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