jueves, 7 de octubre de 2010

¡Malditos peces!!



¡Yo soy!








Había dicho que venía a San Froilán.
 
Varias llamadas al móvil y nada.

La madre preocupada, llama a su novia al trabajo y ahora es ella la que insiste en llamar a su compañero.
 
Alarmada, pide permiso para acercarse a casa. Allí en el baño, encontró su cuerpo sin vida tendido en la bañera. Al intentar levantar su cabeza notó entre lágrimas que sus manos se teñían de rojo.
 
 Lo abrazó sollozando y en un giro de sus ojos anegados, reparó en la bolsita en la que guardaba unos pequeños peces de colores, adhesivos y antideslizantes comprados ayer mismo.
 
Los pensamientos cruzaron como relámpagos. ¡Tenía pensado colocarlos hoy mismo en la bañera! Ya habían tenido tanto ella como él más de un resbalón en aquella enorme y maldita bañera. Los sacó de la bolsa y los arrojó al suelo entre sollozos.
 
 Corrió a por el bolso, acertó a marcar el número de su madre. ¡¡Ven, corre, fue culpa mía, si hubiera pegado los peces ayer!! Su cuerpo fue resbalando hasta quedar tendido. El móvil  se escapó de sus manos y ya en el suelo gritaba con voz femenina: ¡Los peces! ¿Qué peces?
 
 
Mi sombra entristecida recuerda: "No tienes que escoger cómo vas a morir. Ni cuando. Sólo puedes decidir cómo vas a vivir" de Joan Baez.
 
 
 
 

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