jueves, 29 de octubre de 2015

ABERRACIONES




Hay noticias que dejan en mí sombra una angustia enorme. Quizás al ponerlo por escrito disminuya la gran tristeza y congoja, en que me sumen. 

Hace unos días la policía desarticuló una banda de pederastas. El policía nacional, que imagino curado de espantos por lo mucho que habrá visto, dijo estás palabras: "Son archivos con miles de imágenes, muchas de ellas durísimas, bebés maniatados y amordazados siendo abusados por hombres adultos"

Sentí ganas de vomitar y mis neuronas comenzaron a darle vueltas. ¿Hay mayor crimen que éste?  Para las madres que hemos parido a nuestros hijos y supongo que para la mayoría de mujeres y hombres del mundo, los bebés inspiran ternura, es lo único que me consuela un poco. ¿Cómo es posible que haya seres humanos: desalmados, perversos, malvados, crueles, despiadados, inhumanos... que cometan semejantes actos?

 Y... esto no ocurre en las antípodas, ni entre comunidades salvajes del Amazonas, no, esto ocurre aquí mismo, en nuestro país, a nuestro lado en 28 provincias españolas. ¡Nada menos que 81 hombres implicados, compartiendo archivos! 

Quizás mi sombra y los niñ@ de León se crucen en la acera con uno de estas malditas bestias humanas y no se distinga de ningún otro hombre normal, como la mayoría. La punzada en el pecho continúa. La muerte de Aylan, el niño sirio, nos tocó el corazón y eso que es uno entre los miles de vidas infantiles que dejan su vida entre las aguas, pero al lado de ESTO... no hay comoparación posible.


Tomo las palabras del Maestro: "Pero al que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar" (Mt, 18,6 ss)  




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