Cuando visito países de habla hispana no suele llevar medicamento alguno, pues el idioma ayuda mucho si se tiene algún contratiempo.
Este verano en Cuzco nos dirigimos mi marido y mi sombra a una farmacia para comprar un medicamento para el mareo y otro para la descomposición. Íbamos a trasladarnos a lugares donde sería más difícil encontrar una botica, en ese momento no los necesitábamos, pero nunca se sabe lo que puede ocurrir. Al entrar en el establecimiento hicimos el pedido y una de las chicas que despachaban nos preguntó:
_¿Cuántas unidades?
_¿Cuántas unidades? _repitió mi sombra_ si tienen varios tamaños de envases, el más pequeño, por favor.
_No, no, pero le pregunto que cuantas pastillas desea? _insistió la farmacéutica.
_Mire en España vienen en cajitas tanto las del mareo como las otras y siempre se compra la caja entera. ¿Me está diciendo que aquí ustedes venden por separado las pastillas sueltas?
_Sí, si, así es. En España entonces le saldrá muy caro, _aclaró la peruana_ porque si necesita cinco para qué llevarse veinte.
Le di la razón a la cuzqueña y pedí diez pastillas de cada clase. Me entregó dos, digamos bandejitas de las que las cajas traen varias, una de cada clase. Nos fuimos de paseo y de regreso al hotel saqué las pastillas de la mochila y nos quedamos mirándolas. Resultó que no sabíamos cuáles eran para el mareo y cuáles para la descomposición. Eran de igual color naranja aunque de diferente tamaño. No me preocupé, en caso de necesidad preguntaríamos en cualquier farmacia o bien la guía preguntaría a un médico. Tuvimos la suerte de no necesitar ambos medicamentos el resto del viaje.
Al llegar a León pensé desecharlas pero luego lo pensé mejor y decidí hacer dos sobrecitos meter cada clase en uno e ir a una farmacia para preguntarlo. La farmacéutica cogió las medicinas y se fue hacia un lado a consultarlo en un libro. Luego se vino hacia mí y me dijo: Éstas, que ponen "Gravol" y algo más, son para el mareo, pero éstas que ponen "Dolgramín" y algo más son un antiinflamatorio o sea son para la inflamación y el dolor.
¡Tócate las narices! Puse un rótulo con la indicación en cada sobre e introduje los dos fármacos cada uno en su lugar. Regresé a casa pensando: venden los medicamentos sin envase, sin prospecto, sin saber para qué están indicados, sin contraindicaciones, efectos secundarios...
Realmente saqué una conclusión: cuanto más viajo fuera de España, más valoro todo lo que tenemos en nuestra Patria.
Si viajo de nuevo los sobrecitos me acompañarán: "Un viaje es por arte de magia una vida nueva, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte que se nos ofrece dentro de la otra existencia. Procuremos aprovecharlo" de Paul Morand.
Es cierto, vemos continuamente las protestas contra las prestaciones de nuestras instituciones, pero viendo lo que ocurre en otros países, apreciamos mas lo nuestro.
ResponderEliminarPor cierto cuidado con esas pastillas, en nuestro país tienen fecha de caducidad.
saludos.
jajajajajaja pobre sombra, en vaya líos la meteis siempre.
ResponderEliminarBesines utópicos, Irma.-
Tendré en cuenta lo de las pastillas Helio, al final igual van al reciclado. Será lo más seguro.Un Saludo.
ResponderEliminarDesde luego, Irma y los que vendrán. Abrazote.