Mi sombra nació en un pueblo muy pequeño pero con un nombre muy largo "Santibáñez de Valdeiglesias" que hace juego con su luenga calle principal. Por él pasa el Camino de Santiago y no son pocos los peregrin@s que eligen esta ruta.
El próximo domingo es su fiesta patronal, La Santísima Trinidad. Ya hace unos años que se celebra el sábado el día más grande y la tornafiesta el domingo. Cuando se acerca el día, ya desde niña escucho a la gente comentar: "La Trinidad en galochas". Pues sí raro, raro, es el año que ese día no llueve de ahí el dicho. Como por fin ha dejado de llover esperemos que no vuelva a empezar.
Por la mañana temprano se adornan las calles con ramas apoyadas sobre las fachadas y el suelo se alfombra con "cenoyo". Recordaré siempre ése olor de mi infancia, es único. Balcones y ventanas se adornan con colchas de brillantes colores. Sobre la fachada de la casa de mi prima Luisa, cubriendo una ventana, se coloca un altar con un pequeño baldaquino adornado con flores.
A mediodía suele haber un sol que raja la cebolla, como decimos por aquí. La iglesia muy limpia. Vestida con sus mejores galas y flores, está preciosa. La procesión con imágenes y estandartes, desde siempre muy bien organizada: niños y niñas delante, a continuación las mujeres y al final los hombres. Se camina despacio de dos en dos en silencio, mientras la música suena o cantan las personas acompañadas de los sacerdotes que ofician. Desde los balcones arrojan pétalos de flores al paso de las imágenes. ¡Es lo más bonito del día para muchas personas!
Luego a la salida de misa, el baile vermut que cada vez es más vermut y menos baile. La música de orquesta es muy cara y los pueblos pequeños, como el mío, sólo se pueden permitir contratar una orquesta una horas, para la tarde noche.
Siempre recordaré mi etapa adolescente cuando la orquesta, que solían ser "Los Cirolines" de Benavides, formada por cinco o seis músicos pasaban los dos días de la fiesta en nuestra casa. Comenzaban con la verbena de la víspera. El día de la fiesta de madrugada, acompañando a los quintos, amenizaban las calles con "Las Mañanitas" y pasacalles. Solemnizaban la procesión con su música y alegraban el baile vermut con las jotas que nadie tocaba como ellos. Por la tarde el baile en las eras y la orquesta interpretando: pasodobles, vals, corridos, baladas y jotas. ¡Grandes y pequeños, todo el mundo bailaba!
El pueblo pagaba todos los gastos de la orquesta: desayuno, comida, cena y alojamiento. Con ese dinero mis padres les alojaban y hacían nuestra fiesta. Así podían invitar a la familia que no residía en el pueblo y venían todos los primos con los que ocupábamos dos bancos de la iglesia.
El trabajo era para mi madre que días antes se pasaba el tiempo preparando las habitaciones arregladas y nuestras camas en las estancias sin arreglar o en el pajar. Luego dos días cocinando. Nosotras le ayudábamos a servir la mesa a los músicos que nos dedicaban canciones y nos hacían sentir superimportantes. ¡Cuánto disfrutábamos!
Estos días, hasta el sábado, sobre todo las mujeres se dedican a limpiar y ordenar para el gran día, como decía mi madre: "Si no fueran las funciones, nos comían los arañones".
Casi todos tenemos un pueblo y éste es el mío. Entre los, para mí, grandes atractivos que guarda señalizaría:
_En primer lugar sus gentes, sencillas y trabajadoras.
_En segundo lugar sus fuentes. Me quedo con la Fuente Mayor que da vida a un lavadero. Allí si observas detenidamente puedes ver manar el agua entre las piedras y los minúsculos montoncitos de arena fínísima que deja al brotar de la tierra.
_En tercer lugar "Las Eras". Espacios alfombrados de verde hierba con sabor a trilla, a recolección, a bailes, paseos y juegos.
_Por último "El Monte". Actualmente agrietado por los caminos de concentración, pero que aún guarda espacios naturales plagados de encinas, robles y algunos castaños. Estos lugares permanecen así, yo diría desde hace siglos.
_No puedo olvidar "El Caño artesiano". Situado en el centro del pueblo, cada vez un poquito más hondo pero que si sus escaleras hablaran, nos contarían muchas secretos de amor, de alegría, de pena, de niños y mayores.
Allí permanecen las cenizas de los que me dieron la vida. En el pueblo viví 17 años y allí siguen estando las raíces de las que procedo..
No estaré en la fiesta, pero deseo que disfruten, que no se cumpla el dicho y la lluvia no aparezca: "Si de los otoños hacemos primavera, el invierno siempre estará lejos" de Fernando de Rojas.
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Caño artesiano de mi pueblo |