viernes, 10 de octubre de 2008

En la Fuente Escondida






¡Yo soy!




¡Es la fuente más bonita de todo León!. Pocos forasteros la habrán visto. Yo le llamo la "Fuente Escondida" porque está bajo el puente Martín Granizo y cercada por la carretera que sube bordeando el Parque de Quevedo. De noche, sus chorros de colores cambiantes se ven preciosos desde el Puente San Marcos.

Mi sombra contemplaba la fuente ensimismada caminando a su alrededor cuando vi a un joven que se detuvo a mi lado mientras murmuraba: "Que venga, que venga". Mi curiosidad me hizo detenerme como una estatua junto a él.
Al rato, apareció una joven con un pequeño en brazos.

_¡Pensé que ya no vendrías! _dio un beso prolongado a la mujer y otro al niño.

_Vengo para decirte que tenemos que dejar de vernos. Este puente viene su padre _señaló al bebé_ ya sabes lo celoso que es y aunque no seguimos juntos, ni pienso seguir, él lo sigue intentando y si se entera de lo nuestro; temo por mí, por el niño y por ti. Quiere buscar trabajo aquí en León, dice que por el niño...

_Espero que no lo encuentre. ¡Sólo de pensar que por culpa de ese ca... tú y yo...!

La despedida fue triste. "La Escondida" les miraba mientras ellos la ignoraban.

Mi sombra se confundió con el atardecer, el agua comenzó a formar su "arco-iris" y recordé:


"Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello que arrepentirse de no haber hecho nada" de Boccacio.




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