¡Yo soy!
Dejó Africa como llegó. Vestido de blanco. Rodeado de lujos, sotanas masculinas y guardaespaldas. Se hospedó en los mejores lugares. Y su mensaje fue: "He venido a Africa para predicar un mensaje de perdón y de esperanza". Debería haber dicho: "He venido para pediros perdón por mi intolerancia". Con su estómago lleno... Dando lecciones de pobreza.
Un hombre que desde su "papa móvil" pasa raudo ante la pobreza. Ante la injusticia. Ante las niñas mutiladas, violadas, entregadas a hombres viejos en matrimonio. Sin derechos. Niega el preservativo. ¡Sólo abstinencia! ¡Qué fácil para un hombre de su edad! ¡Qué importa que ellas contraigan el sida y mueran jóvenes sin poder criar a sus hijos e hijas. Serán carne de cañón para hombres sin escrúpulos.
La mujer para la Iglesia sigue siendo la esclava, la que limpia, la que no tiene derechos sólo obligaciones. Mi sombra se pregunta: ¿Hasta cuando?
Recuerdo una exposición del Musac "Emergencias" en la que el continente africano se hundía en el agua y volvía a resurgir y pienso: "Los naúfragos no eligen puerto" de Jacinto Benavente.
Como dijo Filippo di Giacomo, sacerdote y periodista, 11 años de misionero en el Congo, hoy juez vicario en Roma, cree que la crisis que vive el Vaticano "refleja una enfermedad crónica desde hace siete siglos: su sistema de Gobierno no funciona (publicado en el País 29/3/09), pero no dejan el poder ni pa'Dios, de todos modos no hay secta más machista ni secta más consentida con el paso del tiempo que los católicos estos, que ni ellos se creen lo que cuentan y mucho menos llevan a la práctica sus rollos, besitos y como siempre un placer seguiros a tu sombra y a ti.
ResponderEliminarGracias Irma por tu comentario, que me hace pensar que somos muchas las personas que pensamos así.Lo peor es como tú dices que es una "enfermedad crónica" muy difícil de curar. Un abrazo.
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