¡Yo soy!
Le compraron una minimoto al hermano de Alex.
Alex pidió a su hermano, de catorce años, la minimoto.
La minimoto en manos de Alex, con sólo once años, era peligrosa.
Era peligrosa y además se lo habían prohibido sus padres aquel mismo día.
Aquel mismo día, Alex llegó a casa magullado en brazos de su hermano.
Su hermano no supo explicar lo ocurrido pero la minimoto, hecha un amasijo, sí lo contó.
Lo contó también su hermano, al sentirse culpable de ver a su hermano en la silla de ruedas.
La silla de ruedas acabó siendo la inseparable compañera en la vida de Alex para siempre.
Mi sombra lo escuchó cuando lo contaron.
La minimoto en manos de Alex, con sólo once años, era peligrosa.
Era peligrosa y además se lo habían prohibido sus padres aquel mismo día.
Aquel mismo día, Alex llegó a casa magullado en brazos de su hermano.
Su hermano no supo explicar lo ocurrido pero la minimoto, hecha un amasijo, sí lo contó.
Lo contó también su hermano, al sentirse culpable de ver a su hermano en la silla de ruedas.
La silla de ruedas acabó siendo la inseparable compañera en la vida de Alex para siempre.
Mi sombra lo escuchó cuando lo contaron.
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