¡Pilladas!

¡Yo soy!

La espera en "Los Juzgados" se alarga.

 

Casi todas son chicas jóvenes entre veinte y treinta y tantos. No parecen tener mal aspecto. La mayoría son españolas, alguna rumana y dos rusas. Un poco más allá hay un grupo de gitanos y un chino al que amenaza con vengarse un chico con "mala pinta" por haberle denunciado.

 

Mi sombra se fija en el grupo de féminas. Todas  esperan lo mismo. Un juicio rápido. Piensan declararse lo que son: ¡culpables! Así la multa puede ser menor.

 

Una de ellas ha birlado un vestido de 20 €. Para poder hacerlo tuvo que arrancar el dispositivo de seguridad dejando un pequeño agujero en su lugar. ¡No importa! Luego lo cubrirá con un postizo de una mariposa, una flor o una calavera. ¡Ya lo pensará!. Lo que importa es llevárselo sin pagar.

 

No es la primera vez que lo hace. Pero... sí, la primera que el vigilante de seguridad la cogió por un brazo y llamó a la policía que la registró. Entonces quiso pagar los 20€ del vestido pero no se lo permitieron.

 

 Hoy es el juicio. Allí están:  ¡Por un perfume! ¡Por una crema! ¡Por una pulsera de bisutería...! Lo hacen sin necesidad y encima alardean de ello. Ante el juez pondrán cara de lástima:

 

_Se cayó el dispositivo, estaba desprendido, es la primera vez que...

 

Mi sombra cree que quizás algún día esa conducta, les pase una gran factura: "La avaricia de todo es siempre la madre de nada" de George Chapman.