¡Yo soy!
Camina arrastrando el carrito de la compra, mientras habla por el móvil. Mi sombra la escucha al pasar:
_¡Estoy harta de su pueblo! Terminaré por decirle que no vuelvo. Todos los fines de semana, puentes y acueductos tenemos que ir. Yo entiendo que a él le guste, tiene allí su ambiente, su bar, su río, su pesca, su... Pero yo...
_¿Qué tengo yo? Aburrimiento, lavadora, cocina y limpieza. ¡Se lo voy a plantear muy seriamente! ¡Joder, yo también soy de pueblo y prefiero quedarme en León!.
_¿Sol... río ... aire puro...? ¡Pues vaya gilipollez! Sólo tiene que recorrer el Bernesga o pasar la tarde en La Candamia o en el Monte San Isidro.
_¿Bares? ¡Pues anda que no hay bares en León! Pero claro aquí no está "su" bar, no está "su" río, no está... Y yo que me muera de asco. ¡Pues se acabó!
No la seguí pero me pareció bien su decisión: "Existen circunstancias en las que la audacia es la verdadera prudencia" de Camilo conde de Cavour.
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