¡Yo soy!
Nos saludamos. Siempre me cayó muy bien. Era "cura", es "cura" porque el sacerdocio, según la Iglesia, imprime carácter.
Un día, hace ya mucho tiempo, me contó por qué dejó de ejercer como sacerdote:
_Al terminar su carrera, decidió ir a Africa con todo su potencial e ilusión desbordante. Estuvo allí varios años: vio la miseria, la enfermedad, la desesperanza, la orfandad de los más pequeños... ¡Todo lo veía desde su alzacuellos!
Cierto día llegó el Señor Obispo, con su lujoso coche de alta gama, su enorme anillo, su gigantesco crucifijo, su gran sotana negra, su gorro rojo...
¡Rojo de vergüenza! se sintió, mi amigo, al ver en fila india a los niños, besar el ostentoso anillo del prelado. Se fue "el purpurado" como había venido. Desde aquel momento, éste humilde cura, decidió regresar a León como un seglar más.
Junto a su pareja, educa a sus dos hijos adolescentes, como un padre amoroso. En su momento, sus hijos no hicieron la primera Comunión. Fue consecuente. Recibió algunas críticas por eso. Pero... la mayoría le admiran y tod@s le queremos.
Le di mi abrazo de sombra al despedirnos y recordé: "Equivocarse y, a pesar de ello, deber otorgar la confianza a mi ser interior, esto es el ser humano" de Benn Goyyffried.
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