¡Yo soy!
Una sombra conocida alcanzó la mía. Contemplando la muralla, me comentó:
_ ¡¡Isabelita, era mucha Isabelita!!
_Yo la conocí fuerte y robusta. ¡Siempre me hizo gracia que le llamaran así!
_Le llamamos siempre así, porque de joven era muy, muy delgadita.
_Le hubiera gustado ser comadrona _continuó mi voz de sombra_ durante la guerra estuvo aquí en León de enfermera. Pero su padre no quiso darle las 300 pts. que le costaba el curso en Madrid. ¡Para qué! Según él la mujer para casarse no necesitaba títulos.
_¡Anda que también tu abuelo...! ¡Y eso que era maestro! Te digo que en todo el pueblo, no hay ni una sola casa que no le debiera un favor a Isabelita.
_¡Sí, fue la practicanta de tod@s! Si tenía que levantarse a las tres de la mañana para poner una inyección, ella lo hacía. Hizo de comadrona. Todos los niños que nacían, incluso partos dobles, pasaron por sus manos.
_Hubo un tiempo _añadió la mujer_ que fue "la lechera" y trabajó, como una mula, en el negocio del alambique. Con cinco hijos y... cosía, bordaba, hacía ganchillo...
_¡La verdad es que sabía hacer de todo! Pero... _añadió mi sombra_¡Su mayor ilusión fue siempre que estudiáramos. Mi Padre no era de esa opinión. Siempre decía: "Mejor que trabajen, mira los hijos de Jacinto y Miguel como le levantan la casa trabajando". Pero ella insistió.
Por eso hoy, aunque ya no esté, me hace ilusión que alguien la recuerde por los favores que hizo. Mi sombra lo agradece. Porque... Isabelita... era Mi MADRE.
Madre no hay más que una ;)
ResponderEliminar¡Y que lo digas! Claro que la mejor profesión es ser hijo. je,je
ResponderEliminar¡Que se cumplan todos tus deseos mañana en la Noche de San Juan. ¡Yo sí veré la haguera! Besotes