miércoles, 14 de abril de 2010

¡Fingiendo!







¡Yo soy!





Su padre le había sacado 17 millones de las antiguas pesetas al seguro. Iba en bicicleta, con una azada atravesada atada al portaequipajes. El coche pegó en la azada y el hombre rodó por el suelo. ¡Fue grave pero pasó!

A su padre le salió bien, ella, probaría a sacar tajada del seguro. Por lo menos eso pensaron sus compañeras de viaje.

Cuando el coche golpeó por detrás a las cinco ocupantes del vehículo que las llevaba al colegio, Celsa que iba de copiloto comenzó a gritar y a decir que no se podía mover que llamaran a una ambulancia, que el cuello le dolía muchiiiísimo.
La conductora y sus tres acompañantes bajaron asustadas y trataron de tranquilizar a la gritona. Les parecía que actuaba desproporcionadamente. El coche tenía la defensa partida, pero aparte del susto nada especial. Ninguna de las cuatro tenía golpe ni dolor alguno. El conductor culpable, se acercó para disculparse de su distracción y hacer el parte.

¡Tuvo que venir la ambulancia porque "la tal hija" no se movía! A su compañera, la conductora, se las hizo pasar "canutas". Aún está pendiente de juicio.

Después de un trimestre de pasear alegremente su collarín por bares, restaurantes y discotecas, volvió al colegio.
Todos los compañer@s se negaron a transportarla en su coche de nuevo, temían que volviera a las andadas.


La frase que vino a mi sombra fue: "Si me engañas una vez, tuya es la culpa, si me engañas dos, la culpa es mía" de Anaxágoras.


Nota: la fotografía es de una modelo.





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