¡Yo soy!
La mujer del taxista vio desde la ventana de la cocina la "trapa" de su garaje bajada. Le extrañó pues su marido, taxista, siempre la dejaba levantada al hacer un viaje, así todo era más cómodo a la vuelta. ¡Ventajas de vivir en un pueblo! No le dio más importancia.Ya era hora de abrir el bar que regentaba y se fue.
Sobre las doce de mediodía aparecieron cerca de su casa, aunque ella no los vio, tres hombres pidiendo un médico urgente. Según ellos venían de cazar y habían herido a un compañero en la pierna. Se presentó el médico que casualmente vivía al lado. Nada más echar un vistazo a la herida supo que le mentían. Sólo dijo:
_Lo siento pero yo no puedo extraer la bala, se han de desplazar al Centro Hospitalario de León.
_Está bien _comento uno de los hombres. ¿Hay taxi en el pueblo? El mismo médico llamó al único taxista local y se largaron rápidamente.
Mientras observa la marcha del taxi, el médico, hizo otra llamada. Esta vez a la Guardia Civil que se presentó en el bar para pedir los datos del taxi a la mujer del taxista. ¡Nada! ¡En blanco! Se puso tan nerviosa por el peligro en el que se podía encontrar su marido, que no recordaba ni matrícula, ni número de licencia. ¡Ni del color del taxi se acordaba! Los clientes del bar hablaron por ella. Los datos fueron trasmitidos a la Policía que en la Virgen del Camino les dio el alto:
_ ¡Salgan del taxi uno a uno! ¡Todos al suelo! El taxista, tumbado, a punto estuvo de cagarse en los pantalones. Confirmado, eran los atracadores de un banco, en el barrio del Crucero de la capital.
Pero... ¿Y el coche en el que huyeron? Buscaron y buscaron, ni rastro de él.
La mujer del taxista recobró la memoria. ¡La "trapa"! ¡No podía ser! Sí pudo ser, al levantar la "trapa" de su cochera, apareció el coche buscado con parte del botín dentro."
Ya quedó dicho: "La verdad padece, pero no perece" de Santa Teresa.
Impresionante. Menuda aventura. Cierto, la verdad siempre sale a flote. Un abrazo
ResponderEliminarTarde o temprano así es. Un beso.
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