¡Yo soy!
¡Me cae mal! Así sin más.
El chico del bar "Flamenco" dio problemas desde niño. A los doce años destrozó un cerezo de su vecino, que se lo hizo pagar a sus padres. A los trece, abolló unos canalones que había en la acera de una vivienda, esperando a ser colocados. Más tarde, destrozó un tejado de una nave...
A su padre harto de pagar, se le ocurrió una gran idea:
¡¡¡Hacerle un seguro a su hijo para evitar pagar los desperfectos ocasionados por él!!!
Así que el chico cuando después hacía una "picia" y le amenazaban con denunciarle, decía con desfachatez:
_¡Jaa, no preocuparse, esto lo paga el seguro! Así, llegó a su mayoría de edad y el seguro dejó de protegerlo.
Hace un mes, estaba de boda. Hacía una preciosa noche. A eso de las doce, se sentó en un banco de la plaza al lado de dos muchachos adolescentes. Uno de ellos era conocido suyo y el otro no. Aníbal, el conocido, estaba sentado más cerca de él, así que le soltó refiriéndose al otro:
_¡Dale un hostión a ese! ¡Me cae mal! Temiendo las represalias, puesto que ya conocía sus "machadas", Anibal le obedeció. Sin previo aviso le dio tal golpe al forastero que le rompió la nariz. Llegó sangrando al hospital.
Hace unos días le llegó la denuncia al muchacho "tonto-obediente". Por esta vez, el del bar, "Se fue de rositas"
MORALEJA: Ya sabéis padres, para educar a nuestros hijos, lo mejor, es hacerles un seguro que cubra sus fechorías hasta los 18 años. Podemos estar seguros de que a partir de esa edad tendremos que visitarlos en la cárcel. ¡¡Eso sí, nos ahorraremos el seguro!!
Mi sombra lo escribe y le cuesta creer que estos hechos ocurran: "Muchas livianas burlas acontecen ser pesadas veras" de Mateo Alemán.
Oye ,Oye que yo le tengo un seguro a los mios pero no con ese pensamiento. Un abrazo María
ResponderEliminar¡De verdad, María! Yo tengo cuatro y jamás se me ocurrió. De todos modos la intención es lo que vale. Un beso.
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