¡Yo soy!
Hoy es el día del juicio.
Sus padres se separaron siendo él muy niño. Como su madre trabaja y no tiene a nadie aquí, su abuela paterna cuidó y vigiló su niñez. Ella fue el pilar en el que se apoyó su adolescencia.
Ahora vive en otra ciudad, su contacto es menor, pero el cariño el mismo.
Hoy, a sus 18 años recién cumplidos, sus padres se pelean por una finca que ambos dicen que les pertenece. Por los pasillos del juzgado el muchacho acompaña a su madre. De frente aparecen su padre y su "buela" como él la llama. ¡Su cara se ilumina al verla!
Se van acercando y al momento del encuentro, cuando él abre sus brazos, su querida abuela vuelve la cara y no le saluda, ni a él ni a su madre. Al joven se le cae una venda de los ojos. ¡Siempre pensó que la madre de su padre le adoraba! ¿Era sólo cuestión de intereses?
Las lágrimas pelean por asomarse. En la garganta un nudo no le deja hablar. Su madre tira de él hacia la sala.
Mi sombra le dijo bajito: " No hay ni malas hierbas ni seres humanos malos. No hay sino malos cultivadores" de Victor Hugo.