¡Yo soy!
Murió de un infarto, este verano, en una playa asturiana. Tenía 60 años. Su novia y él llevan juntos más de 30 años. ¡Todos la consideran su viuda!
Una amiga se desplaza a Asturias para acompañar a la "novia viuda". La invitan a quedarse a dormir, pero no lo hace por no ser un estorbo en la situación. Están los hermanos, los hijos, los nietos...
Regresa de nuevo al pueblo donde vive y mucha gente veranea, entre ellos esta sombra. Al día siguiente nos encontramos y me dice de carrerilla:
_ ¡Ni te imaginas a quién me encontré en el puente. ¡Venía de la piscina! ¡A Filo! ¡Pensar que ayer no me quedé a dormir por no entorpecer a la familia y hoy me la encuentro aquí con una amiga!
Mi sombra, como estatua de piedra, pensó. No hay más verdad: "El muerto al hoyo y el vivo al bollo".
Ya, es cierto: el que muere siempre es el que pierde...
ResponderEliminarSaludos
No se sabe Silvia. Algunas pérdidas son peor para el que queda. Gracias y un saludo.
ResponderEliminarPienso como tú Mara, el que queda lo pasa peor.Será que como todavía no me he muerto..........
ResponderEliminarJe, je, Ana, que tardemos en saberlo.
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