¡Yo soy!
Mira mi sombra a dos niñas y un niño sentados en unos palos de la luz junto a un transformador. Son los únicos que en el pueblo en el que viven no tienen viñas.
Por delante de los críos, "El camino de Estébanez" que viene de las viñas. De vez en cuando pasa una mujer con su cesto de mimbre cargado de racimos: la madre de..., la tía de..., la abuela de... que pregunta:
_ ¿Queréis uvas niños?
_Bueno _contesta el mayor de unos nueve años, mientras a los tres se les salen los ojos dirigidos al cesto_ la mujer les da un racimo y dicen "gracias" los tres a la vez.
Alguna mujer pasa sin decir nada. Como la "ti Leocadia" que tenía muchas viñas. Los pequeños saben que nada pueden esperar. Además en el pueblo todos dicen que un día una gitana fue a pedir a su casa. Como no le dio nada gritó para que todos la oyeran:
_¡Aaay! ¡Y usted tan riica y no me da naada! _a lo que la roñosa contestó:
_¡Por eso lo tengo, porque no lo doy!
Esas tres criaturas éramos mi hermano, mi hermana y yo.
¡Con el tiempo tuvimos: viñas, uvas, racimos, vino...! Pero aquella escena quedó en mi retina.
Más tarde he sabido que: "Al pobre le faltan muchas cosas. Al avaro más". de Fernando de Rojas.
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